Oppenheimer trata del horror de la subjetividad

Oppenheimer trata sobre el desarrollo de la bomba atómica. Sin embargo, también es una película sobre la física cuántica como forma de entender el mundo.

Antes de la era atómica, el universo se comprendía a través de la física newtoniana. En la física newtoniana, todo era causal. Había certezas. El universo se definía a través de la lógica de causa y efecto. La Tercera Ley de Newton sostenía que para cada acción había una reacción igual y opuesta. Según este modelo, el universo era fundamentalmente conocible e incluso determinista. La realidad se atenía a reglas de acción y consecuencia.

La física cuántica rechazó esta certeza en favor de la probabilidad. De repente, había aspectos del universo que eran incognoscibles. El experimento del gato de Schrödinger es un buen ejemplo: el felino está vivo y muerto a la vez. Con el Principio de Incertidumbre de Heisenberg, el físico alemán Matthias Schweighöfer sostenía que se podía conocer la posición o la velocidad de una partícula en movimiento, pero nunca ambas. Conocer una significaría desconocer la otra.

Esto supuso un cambio fundamental en la comprensión de la lógica subyacente del universo. No todos los físicos podían dar ese salto hacia la incertidumbre. Albert Einstein (Tom Conti) desconfiaba del paso de las certezas a las probabilidades, pues creía que "Dios no juega a los dados". J. Robert Oppenheimer (Cillian Murphy) fue la mayor mente científica de su generación porque pudo dar ese salto. Trajo esa ciencia de Europa a Estados Unidos, donde enseñó en Berkeley.

Oppenheimer no se enreda demasiado en tecnicismos y ciencia dura, pero insiste repetidamente en la lógica subyacente. En su primera clase, impartida a un único alumno, Giovanni Rossi Lomanitz (Josh Zuckerman), Oppenheimer comienza argumentando que la luz es tanto una onda como una partícula, dos estados aparentemente excluyentes. Lomanitz le responde que es imposible, pero Oppenheimer le interrumpe. "Es paradójico, pero funciona", explica.

The Christopher Nolan movie Oppenheimer is about the horror of subjectivity coinciding with the rise of quantum physics and the atomic bomb.

Es lógico que el guionista y director Christopher Nolan se sienta atraído por la física cuántica. Las películas de Nolan tratan fundamentalmente de la incertidumbre y la incognoscibilidad, de los límites de la capacidad humana para saber con certeza. Por eso algunos críticos describen erróneamente las tramas de Nolan como "cajas de misterio". Sus películas suelen incluir misterios, pero esos misterios suelen ser fundamentalmente irresolubles para los personajes o son distracciones de cuestiones existenciales más fundamentales.

En Memento, Leonard (Guy Pearce) construye un misterio irresoluble en torno a la muerte de su esposa Catherine (Jorja Fox) para mitigar su propia culpa por su muerte y dar sentido a su vida. Al carecer de la capacidad de retener sus recuerdos a corto plazo, Leonard sólo puede llegar fugazmente a entenderse consigo mismo, y esos momentos se pierden inevitablemente. Vive en un estado de incertidumbre, teniendo que reevaluar constantemente su entorno e inseguro de lo que está haciendo en un momento dado o por qué lo está haciendo.

Los personajes de las películas de Nolan suelen ser misterios para sí mismos y para los demás. En Insomnia, Will Dormer (Al Pacino) dispara a su compañero Hap Eckhart (Martin Donovan) durante una brumosa persecución. Dormer insiste en que fue un accidente, pero fue un accidente conveniente. Eckhart estaba a punto de declarar ante Asuntos Internos, poniendo en peligro la carrera de Dormer y sus condenas. A lo largo de Insomnia, a Dormer le atormenta la posibilidad de que -en algún nivel inconsciente- esa reacción de una fracción de segundo no fuera un accidente.

En El Prestigio, Robert Angier (Hugh Jackman) se obsesiona con la muerte de su esposa (Piper Perabo) durante un truco con un tanque de agua. Angier exige saber qué nudo hizo Alfred Borden (Christian Bale), pero Borden no puede decírselo. "Me he peleado conmigo mismo por aquella noche", confiesa Borden en su diario. "Una mitad de mí jura a ciegas que hice un simple nudo corredizo, la otra mitad está convencida de que hice el doble Langford. Nunca podré saberlo con certeza". Angier exige: "¿Cómo puede no saberlo?".

Esa incertidumbre impulsa El Prestigio, quizá la película de la filmografía de Nolan más cercana a Oppenheimer. Angier se esfuerza por experimentar lo que su mujer hizo en sus últimos momentos, por saber lo que ella sabía, y trata de ahogarse. Cuando Borden estrena un nuevo truco de magia, "El hombre transportado", Angier se obsesiona por saber con certeza cómo lo hace su rival. Esta obsesión lleva a Angier a pedir consejo a Nikola Tesla (David Bowie), para que le construya una máquina.

Tesla construye para Angier un dispositivo que le transporta literalmente, creando un clon. Angier lo disfraza de truco de teletransporte. La copia emerge entre aplausos y el original es sumergido en un tanque de agua, para ahogarse como lo hizo su esposa. Cada noche, una versión de Angier llega a saber lo que sintió su mujer, pero el superviviente nunca llega a recordarlo. Angier existe en un estado cuántico. Confiesa que "hacía falta valor para subir a esa máquina cada noche, sin saber si (sería) el hombre de la caja o el prestigio".

En El caballero oscuro, la historia del Joker (Heath Ledger) cambia constantemente. En el clímax de Dunkerque, Tommy (Fionn Whitehead) descubre que Gibson (Aneurin Barnard), que le ha estado siguiendo durante toda la película, es un soldado francés que robó su uniforme a un británico muerto. En Tenet, el Protagonista (John David Washington) y Neil (Robert Pattinson) son dos amigos que avanzan en dirección opuesta a través del tiempo. Neil conoce al Protagonista desde hace años, pero también es un desconocido para él. En Inception, Cobb (Leonardo DiCaprio) no puede saber qué es real y qué es un sueño.

Oppenheimer también gira en torno a estas incertidumbres y ambigüedades. La película sugiere que la revolución de la física es un reflejo de un cambio mucho mayor en la comprensión humana, que se manifiesta en el arte, la cultura, la música, la política y la psicología. Oppenheimer estudia los cuadros de Picasso, escucha La consagración de la primavera de Stravinsky, lee La tierra baldía de T.S. Eliot, contempla Das Kapital de Karl Marx, abastece su biblioteca con Sigmund Freud y Carl Jung, y aprende sánscrito para analizar el Bhagavad Gita.

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Cuando es reclutado para dirigir el Proyecto Manhattan -el esfuerzo estadounidense por desarrollar una bomba atómica-, el general Leslie Groves (Matt Damon) insiste en la compartimentación. A Oppenheimer se le ocurre la idea de construir una comunidad de científicos en Los Álamos, en pleno desierto de Nuevo México. Espera crear un entorno seguro donde su equipo pueda trabajar aislado del resto del mundo. En cierto modo, así es como ha vivido siempre el propio Oppenheimer, compartimentando sus asuntos y sus asociaciones políticas.

Oppenheimer adopta una perspectiva intensamente subjetiva. Esto es evidente en el lenguaje visual de la película. Sitúa al espectador en la cabeza de los personajes. Cuando Oppenheimer es interrogado sobre su aventura con Jean Tatlock (Florence Pugh) durante una audiencia sobre su autorización de seguridad, la cámara muestra a Oppenheimer sentado desnudo ante la junta. A medida que continúa su testimonio, la escena cambia a la perspectiva de su esposa Kitty (Emily Blunt), que imagina la aventura delante de ella.

Cuando William L. Borden (David Dastmalchian) le cuenta a Oppenheimer que vio cohetes V2 alemanes volar por el cielo hacia Londres desde su B-52, Oppenheimer se imagina a sí mismo en el asiento trasero del avión, viendo esos cohetes. Cuando Lewis Strauss (Robert Downey Jr.) defiende la bomba de hidrógeno, Oppenheimer imagina agua ondulando sobre la mesa, recordando una conversación anterior con Einstein sobre la inevitabilidad del apocalipsis nuclear. Cuando se entera de la muerte de Jean, imagina que se trata tanto de un suicidio como de un asesinato, pero nunca podrá saberlo. En las películas de Nolan, creer en la realidad objetiva es algo que requiere una fe casi religiosa.

Oppenheimer utiliza su lenguaje visual para subrayar esta subjetividad. La película se desarrolla en múltiples narraciones paralelas. La historia de Oppenheimer se cuenta en color, mientras que el relato de Strauss se desarrolla en blanco y negro. La película muestra repetidamente las mismas escenas desde diferentes perspectivas, con sutiles cambios en la representación de los personajes. No existe una única perspectiva objetiva de los acontecimientos. No hay una verdad absoluta. No hay un poder omnisciente que juzgue. Sólo hay narraciones contrapuestas.

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Sin embargo, también merece la pena señalar lo que la película no muestra. No muestra el uso del arma contra Hiroshima y Nagasaki. Aunque esto ha sido objeto de algunas críticas, subraya el punto central de la película. Como ha señalado Nolan, Oppenheimer no vivió las experiencias de Hiroshima y Nagasaki. El personaje fue capaz de compartimentar eso. Para poder seguir trabajando en el proyecto -y quizás retroactivamente para justificar su trabajo en el proyecto- no puede enfrentarse directamente a ello.

En Oppenheimer, como en la mayor parte de la obra de Nolan, es fundamental la idea de que las personas son fundamentalmente ajenas entre sí y a sí mismas. La carrera armamentística nuclear está impulsada por la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Rusia soviética, porque ambas partes son incapaces de hablarse con lo que Oppenheimer denomina "franqueza absoluta". Sin embargo, las naciones se construyen a imagen de las personas. Si las personas son fundamentalmente ajenas entre sí y a sí mismas, ¿cómo pueden entenderse las naciones?

A lo largo de Oppenheimer, Oppenheimer es un misterio y una contradicción. En un momento dado, intenta envenenar a su profesor, Patrick Blackett (James D'Arcy), a pesar de admitir que Blackett le caía "muy bien". Los personajes le presionan para que se posicione sobre la bomba atómica, pero él se niega. "Puedes convencer a cualquiera de cualquier cosa", comenta Leo Szilard (Máté Haumann). "Incluso a ti mismo". Describiéndole como "como una esfinge", Edward Teller (Benny Safdie) se queja: "Nadie sabe lo que piensas... ¿y tú?". Es una pregunta justa.

A medida que Oppenheimer se desarrolla, la comprensión del poder que ha liberado parece quebrar la cuidadosa compartimentación de su vida, las barreras que construyó para poder tener aventuras con mujeres como Ruth Tolman (Louise Lombard) y trabajar en esta bomba sin tener en cuenta las consecuencias. En ciertos momentos, el mundo que rodea a Oppenheimer parece temblar y vibrar con la fuerza de una explosión atómica, cuando una verdad mayor e innegable sobre lo que ha hecho amenaza con abrirse paso.

Éste es el verdadero horror de Oppenheimer. La bomba atómica llegó en un momento en el que el mundo se alejó de las certezas para acercarse a las probabilidades, en el que la humanidad perdió cualquier ilusión de verdad singular o cohesiva. La aniquilación nuclear es una amenaza existencial lo suficientemente poderosa como para acabar con la humanidad como especie. Incluso la probabilidad de que ocurra es una horrible realidad a la que hay que enfrentarse. La pregunta sombría y persistente que se cierne sobre Oppenheimer es cómo se puede esperar que la humanidad entienda eso cuando ni siquiera puede entenderse a sí misma.

Sobre el autor

Darren Mooney Darren Mooney Darren Mooney es crítico de cultura pop en The Escapist. Escribe la columna quincenal In the Frame, redacta y pone voz a los vídeos de In the Frame, ofrece críticas de cine y escribe la columna semanal Out of Focus. Además, de vez en cuando también opina sobre otras cosas. Darren vive y trabaja en Dublín, Irlanda. También escribe para The Irish Independent, el segundo periódico más importante del país, y ofrece cobertura cinematográfica semanal para la emisora de radio Q102. Es copresentador del podcast semanal 250 y ha escrito tres libros de crítica sobre Expediente X, Christopher Nolan y Doctor Who. Además, saca tiempo para ver cine y televisión. Irónicamente, sus superpoderes son mayores cuando lleva las gafas puestas.
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