Crítica de Mute, el extraño nuevo estreno de Netflix

NETFLIX NO LEVANTA EL VUELO

Crítica de Mute, el extraño nuevo estreno de Netflix

Duncan Jones no tiene fácil recuperar su plaza de director de culto que se ganó merecidamente con sus dos primeros largometrajes, las espléndidas Moon y Código Fuente.

Warcraft: El origen, se dio un castañazo de época en Estados Unidos, y a pesar de haber recaudado lo necesario para no ser el fracaso más grande de la historia reciente de Paramount, no llegar a los 50 millones de dólares en USA sacaron su nombre de las agendas de los grandes estudios.

Pero para eso está aquí Netflix, para brindar oportunidades a los autores que menos suerte tienen con las majors y a los espectadores que desean ver nuevos trabajos de estos directores.

Tres semanas después de la decepcionante The Cloverfield Paradox, la plataforma necesitaba un impulso, un nuevo éxito del que presumir y reivindicarse, pero parece que la recepción ha sido un nuevo desastre, peor incluso que la paradoja producida por J.J. Abrams.

Partiendo de una historia del propio Duncan Jones, ayudado por Michael Robert Johnson en la concepción del guión, Jones presenta un thriller futurista a medio camino entre el noir berlinés y la siempre presente Blade Runner… para terminar en el incómodo terreno de Southland Tales, una película creada exclusivamente para sacudirse lo antes posible la etiqueta de éxito de culto pero que también se mostraba mucho más valiente y, desde luego, más cinematográfica.

Crítica de Mute, el extraño nuevo estreno de Netflix

Un amish mudo que trabaja como camarero pierde a la mujer de sus sueños y se enfrentará a los gánsteres de la ciudad en un esfuerzo por averiguar qué le sucedió a su compañera desaparecida.

Nada novedoso, ¿verdad? La historia de una mujer desaparecida y un hombre perdido y sin capacidad de comunicarse en un mundo desagradable que lo rechaza por partida doble.

Los problemas no tardarán en aparecer en Mute: la historia es excesivamente simple para rodear un sinfín de posibilidades durante su primera mitad, la escenografía es plana, hortera y caduca (no me vale que me digan que es voluntario), las interpretaciones están tan perdidas como el guión y la impoluta fotografía termina por hacerla lucir como un telefilm de sobremesa o un episodio de una serie de televisión ambientada en los grandes mundos de la ciencia ficción literaria sin devanarse los sesos en exceso, y eso es algo que se aprecia en el vago esfuerzo (o guiño, o lo que sea), de ambientar la película en el universo de Moon, en un detalle tan liviano que termina pesando menos que las palabras que anuncian, sobreexpuestas en la pantalla de un videojuego, de la llegada de Annihilation, la película, que, ahora sí, debería devolver la serenidad a Netflix.

Mute es un thriller clásico pintado en tonos fosforitos donde se recurren a licencias de guión y trucos para salir adelante imperdonables: y es que no puedes usar un carboncillo en una nota de papel para averiguar lo que habían escrito en la página que parece arrancada. Mientras, en las calles, coches voladores y drones futuristas campan a sus anchas.

Un desafortunado tropiezo que habrá que solucionar cuanto antes.

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