Regina Spektor encandila al Teatro Circo Price

9 DE JULIO @ MADRID

La analogía más certera que se me ocurre para describir un concierto de Regina Spektor es esta: es como trotar con ella felizmente por una pradera idílica. Porque Regina es todo candor y adorabilidad, y es un auténtico gustazo asistir a un concierto suyo, seas fanático o no. Acompañada solo de otro teclista –ella se sentó la mayor parte de la velada al piano- un chelista y un batería,  la moscovita comenzó su recital con Ain’t no cover a cappella y sin más acompañamiento que una base rítmica que ella misma ‘fabricó’ dándole golpecitos al micrófono.

En mis notas tengo escrita una frase, “se respira amor”, y básicamente es lo que ocurrió ayer en el madrileño Teatro Circo Price: el público le declaró su admiración a Regina y ella, gustosa, devolvió el cariño con sonrisas, halagos hacia Madrid –dijo que había visitado el Mercado de San Miguel y el Prado en su día libre- y alguna perla que otra en español, entre las que destacamos la frase “Tortilla de atún”, que soltó en uno de los tiempos entre tema y tema y que hizo que todo el público estallara en carcajadas. Más tarde se vengaría de su incomprensión del idioma español interpretando el tema ruso The Prayer of François Villon (Molitva), incluido en su último LP. “¡Nosotros también podemos hablar un idioma secreto! Ahora, ¿quién no entiende a quién?”, le decía entre risas a la audiencia.

Su presentación de ‘What We Saw From The Cheap Seats’, su último trabajo publicado, del que tocó 8 temas, comenzó con la adorable Small Town Moon, y tuvo su punto álgido con la absolutamente maravillosa All the rawboats, que es aún más potente, si cabe, en directo. Se podría decir eso, de hecho, de Regina en sí: en estudio parece frágil, pero subida en un escenario, su voz gana fuerza y ella misma se engrandece. Eso sí, a sus 32 años sigue pareciendo una niña: ataviada con bailarinas, leggins y un vestido brillante, movía las piernas nerviosa cada vez que tenía que hablar.

 

Hacia la mitad del concierto, Only Son, ex guitarrista de The Moldy Peaches –aquellos de Anyone Else But You- que ejerció como telonero de Spektor, se subió al escenario para interpretar con ella Call Them Brothers, tema compuesto por ambos y que se incluyó tanto en el nuevo LP de Only Son como en la edición deluxe de ‘What We Saw From The Cheap Seats’.

Tras varios temas de su último disco, como su simpática versión de Jacques Brel, Don’t leave (Ne me quitte pas) o Oh, Marcello, que incluye un pequeño homenaje al temazo Don’t let me be misunderstood, interpretado por Nina Simone –aunque nos quedamos con la versión de los Animals, todo sea dicho- Regina abandonó el escenario, aunque todos sabíamos que quedaban todos los hits. Y así fue, los tocó todos. Us, Fidelity, Samson… Muchos asistentes se atrevieron a corear a Spektor, que, encantada con la reacción, sonreía tímida ante los aplausos y vitoreos del público. Tras una hora y media de concierto, Regina Spektor abandonó el escenario del Teatro Circo Price y nos dejó a todos una sonrisa duradera.

En resumen, te puede gustar más o menos Spektor, pero lo cierto es que se agradece que permanezca fiel a su particular estilo, reconocible por su base rítmica construida con su piano y por su especial forma de cantar –cercana al beatbox en ocasiones- y que consiga entrar en comunión con el público de esa manera. Y qué narices, escuchar un concierto así en el Teatro Circo Price –un ambiente íntimo y cuidado- también se agradece. Lo sentimos por los que la vean en un festival, desde luego.

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