The Final Boss es un cuento gratuito, al estilo de Papers, sobre la monotonÃa de dirigir un imperio del mal
¿Qué hace el malvado jefe final cuando no está pisoteando a los aventureros hasta la última parada? Un montón de papeleo, según el pequeño y gratuito chupatintas El Jefe Final.
Inspirado en Papers, Please y gratuito para jugar en tu navegador a través de Itch, The Final Boss es una pequeña y divertida imaginación de lo que, digamos, el Godrick de Elden Ring podrÃa hacer en su trabajo de 9 a 5. Todas las mañanas, te levantas con un montón de propuestas polÃticas: aumentar el salario mÃnimo de tus secuaces, construir otro castillo de lava, vender las baratijas de las princesas secuestradas, ese tipo de cosas.
Puedes firmarlos o dejarlos antes de enviarlos a tu bandeja de salida, ganando o gastando fondos de las arcas de la guarida según lo hagas. Al final de cada dÃa recibirás una actualización de cómo le va a tu malvado imperio en cuanto a defensa, satisfacción laboral y finanzas. Si alguno de estos aspectos baja demasiado, tu imperio se desmoronará.
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En una ocasión, trabajé en exceso y pagué mal a mis secuaces, sólo para descubrir que se habÃan largado al final del dÃa para empezar su propio imperio. El mÃo se derrumbó y mis malvadas guaridas quedaron completamente desprotegidas.
The Final Boss es uno de las docenas de pequeños y deliciosos experimentos de la página Itch del desarrollador Cakestorm, y la escala relativamente pequeña se nota en algunas partes. Sólo hay un número determinado de propuestas para firmar, y en un momento dado recibà cuatro peticiones de salario mÃnimo seguidas. Pero es un juego que entiende el placer táctil de barajar papeles en Papers, Please, y hay un marco fantástico para una historia de fantasÃa satÃrica aquà si el desarrollador decide llevarlo más lejos.
Por supuesto, no han faltado giros interesantes en Papers, Please, que han dado su propio giro a la particular marca de burocracia autoritaria de ese juego. Mind Scanners llevó el formato al ciberpunk, escarbando en el cerebro de la gente en busca de comportamientos desviados, mientras que Dirty Land: Thrill of the Sale te pone en la piel de un vendedor inmobiliario en un cariñoso homenaje al clásico cinematográfico de los 90 Glengarry Glen Ross.
Cada uno de ellos reconoce que hay un tipo particular de alegrÃa lúgubre en el papeleo rutinario, que te sumerge en la mundanidad de su entorno incluso cuando conectas máquinas a los cerebros de las personas o escaneas a los inmigrantes en busca de explosivos ocultos. The Final Boss tiene el potencial de hacer lo mismo con la alta fantasÃa; después de todo, ¿no nos hemos preguntado todos cuánto cobran los kobolds de World of Warcraft?
Tal y como está, The Final Boss sigue siendo una gran distracción. Y cualquier juego que te permita dibujar la genial S en una mesa de madera dura es un ganador en mis libros.