Dragon Ball Z: La "expiación final" de Vegeta no fue su verdadero momento de madurez

Una de las escenas más memorables de Dragon Ball Z no pertenece a su protagonista principal, Goku, sino a su archirrival Vegeta. En la escena del arco "Majin Buu", Vegeta se sacrifica para salvar a sus amigos y familiares. Es conmovedor por dos razones: es la primera vez en la serie que los espectadores son testigos de cómo Vegeta lucha por alguien que no es él mismo, y también es un acto que se inspira en lo que Vegeta vio de Goku anteriormente en el arco de "Célula".

El efecto que el sacrificio de Goku tiene en Vegeta, así como los cambios en su vida, señalan un profundo cambio en el personaje. Esto se ve reforzado por el reconocimiento de Vegeta de sus propios crímenes durante este arco. Con todo esto, el sacrificio heroico de Vegeta parecería indicar la culminación de su arco de personaje: un acto inspirado y desinteresado que expía sus crímenes anteriores e ilustra su transición de luchador despiadado y egoísta a padre, amigo y "verdadero guerrero". Sin embargo, en realidad no es así.

Más allá del simple hecho de que Vegeta vuelva a tener un papel aún más destacado en las siguientes series de Dragon Ball, hay un momento de otra historia que describe un cambio más duradero y significativo. Si bien el sacrificio de Vegeta supone un cambio radical en su carácter, su reconocimiento de la fuerza de Goku en el posterior arco de "Kid Buu" es la verdadera marca de su dramática maduración a lo largo de la serie.

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Lo que hace que Vegeta sea un personaje tan fascinante y comprensible es que su mayor fuente de fuerza -su orgullo- es también la fuente de su mayor debilidad. Con esta confesión, Vegeta empieza por fin a desgastar esta desventaja interna y comienza la adecuada restauración de su herido espíritu de lucha. Anteriormente, Vegeta había puesto innumerables excusas para minimizar la evidente fuerza de Goku, atribuyéndola a alguna técnica, a alguna peculiaridad del linaje de Goku, a su devoción por proteger a su familia y amigos... cualquier cosa que no fuera la simple verdad. Lo que es diferente en este momento es que, por primera vez, Vegeta admite de buen grado que Goku es el más fuerte de los dos, y lo que es más importante, no ofrece ninguna excusa para salvar su ego y mitigar este hecho.

En contra del patrón de Dragon Ball, que enfatiza los cambios externos, el cambio de Vegeta es interno. Sin embargo, lo más significativo de esta escena es lo que sigue a esta admisión: a medida que el odio y el autoengaño característicos de Vegeta se desvanecen, su determinación vuelve a aparecer de repente cuando la claridad pone de manifiesto el objetivo final. Aunque esto parece paradójico al principio, habla del carácter del cambio interno.

Antes, en las sagas de "Majin Buu", "Célula" e incluso "Frieza", los extremos a los que llegaba Vegeta para tergiversar el origen de la fuerza de Goku en realidad iban en contra de su capacidad para igualar el poder de Goku. Este mosaico de excusas siempre conducía a callejones sin salida que nunca reconocían el espíritu de lucha innato de Goku y, a su vez, nunca dirigían a Vegeta hacia la curación y el cultivo del suyo propio. Sin embargo, con la claridad que aporta esta admisión, Vegeta es finalmente capaz de aceptar la verdad que su ego herido le había ocultado y comenzar por fin el duro camino de hacerse más fuerte, que continúa en Super.

Si bien es cierto que Akira Toriyama preveía que Dragon Ball Z terminara con la saga "Buu", las series posteriores han seguido haciendo crecer el personaje de Vegeta. En este extenso arco, la claridad que aporta su admisión desempeña un papel fundamental. En Super, la rivalidad de Vegeta con Goku cambia; el efecto de su admisión no es fatal para el ser de Vegeta, sino que fomenta su desarrollo. Ya no está resentido ni emula a Goku, la nueva claridad y autoaceptación de Vegeta le permite encontrar su propio camino, un cambio ilustrado por "Ultra Ego". Más que un simple paso en el camino, el Ultra-Ego de Vegeta rivaliza realmente con el poder de Goku y logra lo que su admisión al final de la saga "Buu" comienza: la reconciliación del yo.