Crítica de Super 8 de J.J. Abrams

PRODUCIDA POR STEVEN SPIELBERG


Para empezar diremos que Super 8 no es ninguna maravilla, pero es entretenida. Y tiene sus cosas buenas. Pese a los efectos especiales hay una historia y un argumento, y eso se agradece mucho. Y si eres un poco friki de Spielberg y Abrams te puedes entretener buscando auto homenajes durante la proyección.

Super 8 no sólo es una película ambientada en los 80. Es una película ochentera en sí misma. Y ese es su mayor mérito: J.J. Abrams retoma los conceptos que sembró su predecesor y productor Steven Spielberg. Super 8 es una historia de extraterrestres que bascula entre la figura del asaltante espacial al estilo Alien (Ridley Scott, 1979) y el extraterrestre de buenas intenciones pero que se ve sometido al examen humano como en Encuentros en la tercera fase (Spielberg, 1977) o E.T. (Spielberg, 1982).

Pero Super 8 es muchas más cosas. Una película de aventuras con niños que nos trae reminiscencias de Los Goonies (Richard Donner, 1985). Y los niños son (casi) lo mejor de la película. El personaje protagonista, Joe Lamb (Joel Courtney), peca de listillo y llega a ser un poco pesado. Demasiado elocuente para su edad. Para contrarrestar tenemos a Alice Dainard, que nos descubre a una maravillosa Elle Fanning que definitivamente va a dar mucho que hablar.

Por lo demás, el resto el predecible. La historia, al final, se resuelve de una manera caótica y rápida. Pero claro, Joe Lamb es muy listo y lo sabe arreglar. Los protagonistas adultos son una revisión de Jack y Swayer de Lost pero con hijos. El moreno responsable y el rubio duro. El guiño llega a su máximo exponente cuando en el plano final, en un gran general con estos dos personajes en medio, podemos leer un cartel a la izquierda en el que pone bien claro LOCKE.

Pero, sin lugar a dudas, lo mejor ocurre durante los títulos de crédito. Porque esta película es un guiño al cine y las ganas de hacerlo. Lo más interesante de la cinta ocurre cuando está la cámara de super 8 por medio y cuando, pese al revuelo que se monta en la ciudad, los niños siguen rodando su historia de zoombies. Y el resultado mola. Y lo que pasa en los créditos te hace salir del cine con una sonrisa.

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