Crítica de 'Kong: La Isla Calavera', de Jordan Vogt-Roberts

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Crítica de 'Kong: La Isla Calavera', de Jordan Vogt-Roberts

Celebrando la nueva era de los monstruos con la crítica de 'Kong: La Isla Calavera', de Jordan Vogt-Roberts y Legendary Pictures

Viajas en el metro. Las casualidades de la vida quieren que acabes entablando conversación con alguien a quien no conoces. Viste de forma atractivamente llamativa. Algo te dice que para él o ella tu también lo eres. ¿Nerviosismo? No me refiero a ese tipo de atracción, sino a esa que crea un extraño espacio de confortabilidad familiar del que no puedes escapar. De forma casi refleja ambos comenzáis a entablar una conversación. Hay química. Es como si te acabases de encontrar con ese amigo de toda la vida. O mejor dicho, ese amigo de toda la vida a quien llevas años sin ver, y con el que te sientes con la confianza suficiente para hablar con total libertad. Ni siquiera tienes la necesidad de ser sincero ni depender de verdades que se puedan corroborar luego, así que sueltas tu repertorio con toda su flamante decoración de fanfarronadas, exageraciones e hipérboles, gesticulando, riendo y mintiendo como si aquel vagón fuera vuestro.

Crítica de 'Kong: La Isla Calavera', de Jordan Vogt-RobertsBienvenidos a la Isla Calavera, madafackas

Él o ella o por supuesto hacen lo mismo. Lo sabes. Lo sabe. Pero el inesperado chute de energía matutino es demasiado irresistible como para no dejaros llevar. Y si a estas alturas de la crítica de 'Kong, La Isla Calavera' todavía no tienes claro que tiene nada de esto que ver con la nueva película de King Kong dirigida por Jordan Vogt-Roberts, mejor será que vayamos al grano: 'Kong' es el desconocido. Un desconocido que acaba de irrumpir en tu gris monotonía cotidina como un estimulante vendaval de aventura, y con el -siguiendo los cánones del cine de entretenimiento made in Hollywood actual-, pueden ocurrir dos cosas: a) Que tan pronto como vino se tenga que ir rumbo a su destino y ambos os quedéis con esa miel en los labios del “Qué de puta madre, a ver si nos encontramos otro día”, b) que el trayecto se prolongue más alla de la batería de chorradas con las que contéis para alardear frente a un desconocido random, y que lo que en principio empezó como una oportunidad estimulante de desahogo se convierta en una situación incómoda y reiterativa que ambos deseáis que termine pronto.

Casi todo el cine gran presupuesto que nos llega desde la Meca del cine americano a lo largo de estos últimos años se parece demasiado a esto último. 'Godzilla' (2014) de Gareth Edwards probablemente la primera. Una película de más de dos horas que pierde más de su primera mitad en movidas de personajes anodinos que no van a ninguna parte, y que más parecen un trámite para poder disfrutar de lo que fuiste a ver en el cine -monstruos desatados partiéndose la cabeza a través de una ciudad superpoblada- que algo realmente necesario. ¿Pagas por el fútbol? Te toca ver dos horas de entrenamiento antes, cabrón. Si no, no hay partido.

Crítica de 'Kong: La Isla Calavera', de Jordan Vogt-RobertsLa descomunal imponencia de la criatura

Entre superhéroes con ínfulas de Shakespearianas que van de Nolan a Marvel y que en más de una ocasión fallán cuando toca dar la talla en lo que se supone deben ser buenos -¿qué pasó Snyder, antes era usted chévere?- y franquicias basadas en líneas de juguetes de los ochenta que llegan al cine como si tuviera que ser la película más trascendente de la historia para justificarse (con trozos de carne que apenas saben balbucear, eso sí), es como si cineastas, productoras y espectadores nos hubieramos visto atrapados en un círculo vicioso en el que parece haber un ente superior que obliga a que toda película deba incluir por cojones un 50% de pasto forrajero con el que estirarla.

Y entonces llega 'Kong'. Un 'Kong' que desde su escena de apertura con un P-51D-20-NA Mustang y un Mitsubishi A6M Zero precipitándose desde los cielos nos mete en mandanga, y que no necesita más que cuatro líneas de diálogo para presentar un nutrido elenco de personajes, logrando que hasta el más irrelevante de ellos sea el carisma personificado. Dando una clase ejemplar de economía narrativa, Jordan Vogt-Roberts y su equipo tiran de arquetipos, reuniendo a golpe de Dear Billy... una amplia cuadrilla de militares, científicos, operativos del gobierno, ex-agentes de la inteligencia británica que se ganan el pan como mercenarios a sueldo y fotógrafas disidentes, y los embarcan en un ferry rumbo a La Isla Calavera.

Crítica de 'Kong: La Isla Calavera', de Jordan Vogt-RobertsNo es el único monstruo de la isla

¿Para repetir la jugada de Peter Jackson, y hacernos perder hora y media de nuestra vida entre los problemas económicos de una starlette venida a menos en los días de la gran depresión, las diatribas de un guionista de un guionista y su productor, o la relación paternofilial de dos marineros que se han montado un club de lectura al que oportunamente le tocaba 'El Corazón de las Tinieblas'? A ver, vuelve a leer detenidamente el título Kong, La Isla Calavera. Todos y cada uno de los personajes humanos que aparecen en la película no son más que carnaza para que el mono y el resto de los habitantes de su monstruosa isla puedan dar rienda suelta a sus instintos homicidas, y el film es el primero en tenerno claro. Tan claro, que lejos de insistir e insistir con las vidas personales, dilemas y preocupaciones de sus protagonistas, ofrece en una ráfaga de puntería impecables las pinceladas justas para reconocerlos a todos de forma tan rápida que -antes de que nos queramos dar cuenta- ya estamos en movimiento.

El héroe cínico, la objetora con consciencia que ha viajado por el mundo plasmado los últimos vestigios de parajes indómitos consumidos por la guerra, el militar que se niega a aceptar que las perdidas de su unidad han sido en vano, un Ahab empecinado en dar caza al monstruo que le ha obsesionado durante toda su vida, John C. Reilly convertido en la reencarnación de Dennis Hopper en 'Apocalypse Now!'... Personajes sencillos sin afán de protagonismo innecesario, que la película sabe aprovechar para que resulten atractivos, de una forma equiparable a 'Aliens' de James Cameron o -salvando las distancias- 'Depredador' de John McTiernan. Hablando más a través del lenguaje corporal y las expresiones de sus rostros que con las ocho frases contadas que alguno de ellos llega a tener a lo largo de la cinta -algo prácticamente literal en el caso de Brie Larson-, 'Kong' sabe amortizar a su reparto de lujo más allá de los nombres más populares, apreciándose una cuidada dirección de actores en la línea de la que su responsable ya hiciera gala en 'Los Reyes de Verano'.

Crítica de 'Kong: La Isla Calavera', de Jordan Vogt-RobertsLa carne de cañón los actores, expresividad pura

Hay que tener buenas tablas para resultar creíbles frente a una pantalla verde, y Tom Hiddleston, Samuel L. Jackson, Larson, Reilly y el resto del elenco lo ejecutan con una energía tan arrolladora como si lo llevaran haciendo toda la vida. Convertidos en figuras de acción de poderío olímpico en el epicentro de un brutal ballet de monstruos plasmado con una fastuosa belleza, la unión de su entrega y el desbordante apartado visual de la cinta da como resultado escenas tan gloriosas como la de la katana en mitad de las brumas, la pistola o la del propio Jackson plantando frente ante el simio en un cara a cara más grande que la vida.

Volviendo a recurrir a Zack Snyder -para que su mención en esta crítica sirva para algo más que lanzarle un palo gratuito-, la unión de una dirección con pulso de acero, una fotografía que solo se puede definir como un orgasmo de color, la dirección artística y los cuerpos cincelados de los protagonistas humanos y no humanos, se consuman en uno de los caramelos visuales más irresistiblemente poderosos desde la adaptación de '300' a cargo del director de 'Watchmen'. Todo, sazonado por un guión cargado de mala leche, y con diálogos tan deliciosos como el de la escena del barco improvisado -con esa camadería cabrona en la que los personajes no dejan de lanzarse pullas los unos a los otros-, y que se ven lastrados cuando su ecuador la cinta sufre varios tropiezos bruscos de metraje, tras los que sacrifica cualquier aspiración argumental a favor de la batalla entre monstruos.

Crítica de 'Kong: La Isla Calavera', de Jordan Vogt-RobertsEl MOLAR

No librándose de este mal endémico que parece haber actualmente -especialmente en el entorno de Warner- en lo que respecta a las amputaciones de metraje, que desde el comienzo la película no pretenda ser otra cosa que un espectáculo de acción y aventura eminentemente visual a la gloria de King Kong logra evitar el descalabro. Algo a lo que también contribuye su mastodóntico clímax final. Con 'El Hijo de King Kong' (1933) y 'King Kong Lives' (1986) de John Guillermin y Dino De Laurentis como principales fuentes de inspiración, 'Kong: La Isla Calavera' tiene el acierto de alejarse del esquema de las tres cintas más conocidas del personaje -la original, la de 1976 y la de Peter Jackson-, para erigirise como un vistoso espectáculo pulp mutirreferencial.

Desde los apellidos de los dos protagonistas (Conrad y Weaver), hasta el fusilamiento continuo de momentos que van desde el cine bélico de los años setenta hasta 'Parque Jurásico' -pasando por 'Predator' y, sí, 'Holocausto Caníbal', ese es el nivel de algunas de las muertes que acontecen en la película- el bombardeo de guiños es tan contínuo como difícil de no disfrutar. Por no faltar, ni siquiera falta cierto mensaje antibélico y a favor de la preservación de las culturas milenarias, con la Guerra del Vietnam de fondo. Pero que nadie espere un discurso demasiado sesudo más allá de unos esbozos, porque aquí a lo que hemos venido es a disfrutar de King Kong arrasándolo todo en toda su inconmesurable majestuosidad, y en ese sentido 'La Isla de la Calavera' se ha hecho un buen puñado de papeletas para terminar con su poderío visual como una de las cintas más espectaculares del año. Ni siquiera la música -tanto la original como la selección de canciones que acompañan a banda sonora- desmerece en un producto con lo mejor de la vieja escuela y la imparable energía de la juventud.

Crítica de 'Kong: La Isla Calavera', de Jordan Vogt-RobertsAll Hail to the King

'Kong, La Isla Calavera' nos lleva de vuelta a la guarida del Rey de los Monos, haciéndolo resurgir con tanta energía que no queda otro remedio que alabar al simio y la legión de monstruos que mora en sus dominios. Redirigiéndonos al encabezado, el nuevo film de monstruos de Legendary Pictures ha sido ese desconocido que nadie se esperaba, pero que ha terminado molando tanto que ni se ha tomado más en serio de lo debido, y ha sabido cuando hacer mutis por el foro para lo prolongar más de la cuenta su estancia. 

 

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