Porque los Stark NO son los héroes de 'Juego de Tronos'

EL LADO OSCURO DE LOS STARK EN 'JUEGO DE TRONOS'

 

Porque los Starks no son los héroes de 'Juego de Tronos'

Spoilers del final de 'Juego de Tronos'. Las razones por las que los Stark nunca fueron los héroes de 'Juego de Tronos', sino responsables directos de la caída en la locura de Daenerys Targaryen

Lunes 27 de mayo de 2019. Primer lunes post 'Juego de Tronos' en toda la historia de la humanidad, en el que los seguidores de la adaptación de 'Canción de Hielo y Fuego' de G.R.R. Martin afrontamos el futuro a sabiendas de que nunca volveremos a tener un nuevo episodio del hit televisivo de HBO. Una resaca anunciada que nos ofrece el espacio para procesar adecuadamente todo lo que hemos vivido a lo largo de estos diez años, y como los actos de cada personaje han conducido irremediablemente a que esa ruptura de la rueda de la que hablaba Daenerys Targaryen tuviera lugar.

Diez años en los que hemos terminado descubriendo que la Reina Dragón nunca fue la heroína. Si acaso la representación de como la obsesión y el progresivo aislamiento producto de ella puede acabar quebrando incluso a las mejores personas. También está claro que los Lannister no eran los héroes, por mucho que al final de 'Juego de Tronos' nos haya recordado que nunca fueron figuras teñidas en blanco y negro, sino seres complejos marcados por su propia tragedia. Pera entonces, ¿quiénes fueron realmente los héroes de 'Juego de Tronos'?

Porque los Starks no son los héroes de 'Juego de Tronos'

Al final todo el mundo se queda en que Daenerys

Estaba loca

Una respuesta inmediata y poco meditada puede llevarnos a afirmar que fueron los Stark. Al fin y al cabo fue con ellos con los que empezó la historia, y sus dramas y fatalidades los que nos guiaron a través de la saga. ¿Su final? El que se nos deja para que quién necesite cierta resolución de final feliz pueda tener su conclusión, aferrándose a que -bueno- al menos la mayoría de ellos se acabaron cumpliendo sus sueños. De cierta manera al menos. Pero no. A poco que uno rasque en profundidad, sí algo se hace evidente es que en realidad la familia Stark tienen poco de héroes. De hecho son responsables de buena parte de los eventos funestos que tienen lugar a lo largo de la serie, de una forma que deja muy claro lo dañino que puede llegar a ser el hermetismo y superioridad moral de su clan cuando se lo propone.

La muestra más evidente la encontramos en el pasado remoto de la serie. Tan remoto que apenas llegamos a verlo salgo a través de flashbacks, como en el que se nos muestra el papel de Ned Stark en la guerra contra los Targaryen. Ned Stark se puso a favor de su amigo el Rey Robert en su alzamiento contra los Targaryen, no porque realmente hubiera una razón encomiable tras el levantamiento de armas, sino porque lo consideraba lo legal y de acuerdo al honor. Sin importarle que su hermana Lyanna Stark estuviera casada con un hombre al que no amaba. Sin importarle que Lyana se fugase con Rhaegar Targaryen porque este era su verdadero amor.

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¿Cuánto quería Ned Stark realmente a su hermana,

para darle más importancia a que volviese con un hombre 

al que no quería, que a estar con el hombre al que de verdad amaba?

A Ned Stark lo que sintiese su hermana le traía sin cuidado. A él solo le importaba que legalmente le pertenecía a su amigo el Rey Robert, y que por ello estaría dispuesto a matar a quien le hiciera falta, porque eso es lo que dictaba el honor. Fue el propio Ned Stark con su sentido retorcido de lo correcto, quien condenó a Jaime Lannister a una vida de deshonor. A ser considerado eternamente como el matarreyes. No importaba si el rey al que este asesino era un loco que pretendía incinerar a todo el mundo en Desembarco del Rey. No importaba que fuera el mismo rey al que ellos mismos pretendían derrocar. A Ned Stark todo lo que le importaba es que Jaime Lannister era el Lord Comandante de la Guardia del Rey, y que como tal su deber era protegerlo, independientemente de cuantos fueran a sufrir por ello.

De estar en el lugar de Jaime Lannister, Ned habría protegido al Rey Loco, mientras esté prendía fuego a todos y cada uno de los habitantes de Desembarco del Rey. Porque ese era su deber y para Ned Stark lo que importa es el deber. Independientemente de si ese retorcido sentido de deber implica que medio millón de personas mueran para que tú puedas mantenerte fiel a un juramento. A pesar de que pudiéramos sentirlo como el héroe de la primera temporada por ese amor que profesaba por sus hijos y esa condición de hombre de honor, lo que teníamos debajo de esa fachada era un trasfondo muy turbio, de alguien dispuesto a invitar a un sujeto tan poco compasivo cómo Stannis Baratheon y su hermano Ramly a volver a poner Los Siete Reinos en estado de guerra. Solo porque "oh tragedia" se había forzado a otra heredera de las casas de Poniente a casarse con su amigo contra su voluntad (resultando de nuevo en la infidelidad extramatrimonial de ella).

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Ned, el que con su puritanismo

condenó a Jaime Lannister al deshonor

Para Ned Stark era más importante que dos mujeres Cersei Lannister y su propia hermana Lyana Stark se mantuvieran fieles a unos votos que no habían elegido -con un hombre al que no amaban-, que la paz en los Siete Reinos.

Pero podríamos asumir que Ned Stark todavía es reflejo de ese antiguo régimen, más severo, terco y centrado en el cumplimiento de leyes ajenas a los sentimientos humanos. Que este carácter insoportablemente duro y poco compasivo de hombre del norte iría perdiéndose con sus hijos. Al fin y al cabo es a ellos a los que acompañamos a lo largo de la mayor parte de la serie, viendo cómo se sobreponen a los más terribles desafíos, para que la familia pueda volver a reencontrarse. Pero por desgracia, tampoco los frutos se alejan demasiado del árbol.

Y es que por emocionante que pueda resultarnos esta reunión entre los cachorros Stark tras sobrevivir a Caminantes Blancos, Bodas Rojas, amenazas de decapitación, apuñalamientos y Ramsay Bolton, hay algo dolorosamente cruel y trágico en la forma en qué está piña termina siendo un muro cubierto por alambre de espino, contra el que se estampa la cordura de Daenerys Targaryen. Porque a pesar de que Daenerys haya mostrado sus propias tinieblas desde el minuto uno de la serie, siempre se ha presentado también como una aspirante al trono completamente dedicada hacer una gobernante justa, piadosa y entregada su pueblo. Así lo vimos cuando salvó a parte del pueblo del Cordero Rojo de la bruja Mirri Maz Duur de sufrir los estragos de la esclavitud a manos de los dothraki, como en la liberación de Los Inmaculados y los pueblos de Astapor, Yunkai y Meereen. Durante estas liberaciones pudimos ver también como para Daenerys nada era más importante que el amor. El amor que su pueblo profesaba por ella, encarnado ya fuera en esa lealtad a prueba de fuego de sir Jorah Mormont, la entrega de Sir Barristan Selmy, la adoración amante de Dario Naaharis, o de todos los esclavos liberados que la aclamaban como su única y verdadera reina.

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Dhaenerys Targaryen, embriagada por el amor de sus fieles

Llegado el punto Daenerys se volvió adicta a este amor y adoración, sí. Tanto que incluso sometió a pruebas demenciales aquellos que lo profesaban, para forzar hasta qué punto eran capaces de amarla. Pero desde su perspectiva se veía a sí misma como una reina justa dispuesta a escuchar a su pueblo, y mostrarse magnánima con sus muestras de amor. Un personaje envuelto por capas de claroscuros, reflejo de como 'Juego de Tronos' ha abordado sus personajes, y que bajo su carácter heroico como liberadora y rompedora de cadenas, escondía una cara oscura, qué es la que ha terminado emergiendo al final de la serie. Pero la responsabilidad no es solo suya, ya que su historia seguramente habría acabado de otra forma, si no hubiera chocado con el carácter de los Hombres del Norte y los Stark. Para empezar el viaje de Daenerys Targaryen tiene lugar en un escenario marcado por la esclavitud, y en el que la mayoría de sus habitantes lo único que conoce es el yugo del amo, y cualquier liberación recibida no solo con brazos abiertos, sino con gratitud eterna. Aunque la propia liberadora les esté exigiendo literalmente dicha gratitud eterna.

Esto es todo lo que conoce Daenerys Targaryen en su ascenso al poder, y lo que termina derivando en un insalvable choque cultural cuando está cruza el Mar Angosto y debe lidiar con la gente de poniente. Porque aquí ya no nos encontramos en un mundo de amos y esclavos, sino en un entorno de hombres libres -o relativamente libres, en su representación de época medieval tardía-, los cuales no solo tienen una entidad propia mucho más definida, y si no que no se muestra tan abiertos entregar alegremente la lealtad eterna.

Cómo ven el Juego de Tronos dentro de 'Juego de Tronos' 

Esto es algo de lo que tanto Jon Snow como Varys advierten a Daenerys Targaryen antes de su viaje al norte, pero que la reina dragón nunca termina de asumir en su viaje. Cuando llega el momento de cargar contra Desembarco del Rey, es ella misma la que pone en duda sus habitantes, alegando que sí de verdad quisiera ser liberados de la tiranía, se unirían a su cruzada voluntariamente, cómo hicieron los esclavos de Astapor, Yunkai y Meereen. Pero Daenerys no es consciente de qué los habitantes de Desembarco del Rey no son esclavos. Que eran ciudadanos que con poder seguir adelante con sus pequeñas vidas les daba igual quién se sentará en el trono. Que fuera un Baratheon, un Lannister, un Stark, un Targaryen. No eran esclavistas como los de Astapor, Yunkai y Meereen, sino una realeza lejana que andaba envuelta en sus dramas y guerras, mientras los habitantes de los Siete Reinos se vean implicados con relativa distancia en ellas.

Las secuencias del teatro callejero en Essos ya mostraban la perfección como la forma en la que el pueblo llano de estás ciudades veía los conflictos entre las distintas casas de Los Siete Reinos, no era en absoluto la misma que teníamos nosotros. Para ellos los Lannister eran -por muchos asuntos turbios que quieran tener a sus espaldas- los Reyes, y el resto otros aspirantes que simplemente pretendían arrebatarles su poder. Daenerys Targaryen nunca entendio esto, y fue lo que le hizo chocar contra un muro, al encontrar que el pueblo que se suponía que estaba destinada a gobernar no le profesaba el amor que encontró entre los esclavos de Astapor, Yunkai y Meereen.

Los hombres del Norte te juzgan

Pero mucho antes de estamparse contra ese muro, Daenerys ya empezó a precipitarse a los abismos, en su colisión con la Casa Stark. Que el primero de ellos al que conociera fuera Jon Snow seguramente fue hasta contraproducente, dado que -a pesar de sus reticencias iniciales- este le hizo confiarse, al encontrarla en el esa misma lealtad que a Daenerys Targaryen le habían profesado antes de cruzar el Mar Angosto. Pero Jon ya le advirtió que el norte no era como él. Mitad Stark, mitad Targaryen. Jon le advirtió que la gente del norte era recelosa y desconfiada con todos los que llegaban de fuera. Que la gente del norte tenía un importante problema con la xenofobia.

Para alguien como Daenerys Targaryen que ha unido pueblo tras pueblo en alianzas tan eclécticas como las formadas por los dothraki, el Inmaculados, Segundos Hijos, Greyjoy, dornienses y Tyrell este es un concepto que seguramente le resultara extraño. Pero ya desde el primer episodio de la octava temporada de 'Juego de Tronos' podemos ver como las caras de los hombres del norte a la hora de recibirla eran muy diferentes a las que la Reina Dragón encontró en esa ciudad de Yunkai al grito de '¡Mhysa!'Daenerys Targaryen nunca fue bien recibida al norte. Nunca, a pesar de que estaba allí para unirse a ellos en la lucha contra los muertos. Para entregar su vida, la de sus hijos y los fieles que con tanta devoción la seguían para proteger la capital del norte frente a las imparables hordas del Rey de la Noche.

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Daenerys lo sacrificó todo en la Batalla de Invernalia

Siendo lo único que conocía el calor del amor, Daenerys Targaryen incluso intentó aproximarse por esta vida a la guardiana de Invernalia Sansa Stark. Con una mano amiga. Con una mano dispuesta a darlo todo por ellos. La respuesta que encontró, no fue sin embargo la del amor que conoció durante su ascenso cómo liberadora de cadenas, si no la frialdad de una reclamación política cómo qué ocurriría con el norte después de la batalla contra los muertos. Acostumbrada a no encontrar otra cosa que la absoluta gratitud, aquella respuesta y dio tanto a Daenerys Targaryen, como pudimos ver en su gesto de indignación, al apartar su mano bruscamente de la de Sansa Stark. ¿Es esto lo que quieres que seamos? Esto seremos.

Pero los palos que iba a encontrar Daenerys en su viaje al norte con los Stark solo acaban de empezar. Así lo veríamos con la audiencia de Theon Greyjoy, que se presentó en invernalia sin su hermana, mostrando lealtad hacia Daenerys, mientras reservaba el amor para Sansa. Porque ellos eran familia. Daenerys la extraña a la que nadie había invitado.

La soledad de Daenerys en el Norte

Una idea que sigue muy presente a lo largo de la octava temporada, no solo con la creciente tensión entre Sansa y Daenerys, sino también en la forma en la que Arya se refiere la reina dragón ante Jon Snow. "Ella no es uno de nosotros" alega la cachorra de los Stark, como si fueran una suerte de clan mafioso exclusivo, en el que todo lo que no forme parte de la propia familia debe mantenerse desterrado lejos de la misma.

No importa que en la batalla contra los muertos fuera Daenerys Targaryen la que más sacrificarse para proteger Invernalia. La que perdió a uno de sus dragones para salvar a Jon Snow y su compañía más allá del muro. la que puso a los dothrakis inmaculados en la primera fila de la defensa de la capital del norte. La que vio como estos eran prácticamente masacrados mientras intentaba proteger a sus nuevos aliados. Daenerys padeció incluso la pérdida de el más leal de sus paladines, el que le había acompañado con absoluta devoción desde el principio de su viaje.

Sansa y Daenerys marcan sus línea en la tierra

La única recompensa que obtuvo, fue un festejo en el que fue sometida al más absoluto vacío, mientras todos llenaban de honores a Jon Snow. A pesar de ser ella la que había sacrificado sus dragones, sus dothrakis, sus inmaculados y a los más leales, devotos y entregados de sus fieles. Pero los Stark seguían viendo a Daenerys de la misma forma. "Ella no es uno de nosotros". Esa seguía siendo la actitud de los Stark mientras hacían piña alrededor del árbol de sus ancestros, y Daenerys se veía aislada en una soledad cada vez más absoluta, mientras sus inseguridades comenzaban minarla por dentro.

Inseguridad es fruto de un amor al que se había vuelto adicta, y que aquella fría gente del norte no hacían más que negarle, por mucho que se dejase la piel para demostrar ser la reina entregada y digna que siempre quiso ser. Que su nuevo amante Jon Snow terminase convirtiéndose en una amenaza para los pilares fundacionales de todo aquello a lo que había dedicado su vida hizo que aquellas grietas se extendieran por todo su ser, propiciando el punto de no retorno en el que la Madre de los Dragones acabó sucumbiendo a la locura Targaryen bajo la presión.  

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"Ella no es uno de nosotros"

"Ella no es uno de nosotros" seguía siendo la respuesta de los Stark mientras se quedaban en el cobijo de su reino salvado in extremois, y Daenerys continuaba perdiendo todo lo que aun la mantenía aferrada a la cordura. El segundo de sus tres hijos. Su más leal consejera y amiga. El apoyo de Varys. Esa imagen de reina justa y dedicada a su pueblo que durante tanto tiempo le había servido para justificar su cruzada tras el Trono de Hierro.

Todo ello, así como su propia salud mental, le fue arrebatado en un suspiro mientras los Stark continuaban juzgandola con la misma distancia severa. "Ella no es uno de nosotros". Hasta que Daenerys explotó, y los Stark volvieron a contemplarla con esa monstruosa superioridad moral con la que el patriarca Ned Stark juzgó al matarreyes Jaime Lannister. "Ella no era una de nosotros". 

Así, hasta que unilateralmente decidieron junto a Tyrion Lannister su ejecución, con la misma puñalada que Lord Bolton propinó a Robb Stark durante la Boda Roja. Puñalada que Jon Snow -el bastardo, el traidor, el medio Targaryen- era por algún motivo el único que podía propinar. El único, a pesar de que -por cómo la vimos enfrentarse al Rey de la Noche-, sabíamos perfectamente que Arya Stark podría haber llevado a cabo en cualquier momento, aproximándose a Daenerys sin que Drogón, los Inmaculados, Dothraki o ninguno de sus devotos la hubieran visto.

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"Ella no es uno de nosotros"

¿De verdad es todo lo que los Stark tienen que decir

de alguien que le acaba de salvar su reino?

Pero los Stark no se manchan en semejantes asuntos de deshonor. La estima de sí mismos y de su propia superioridad moral es demasiado alta como para meterse en el fango con semejantes actos reservados para traidores, bastardos y hombres si honor. Cómo resultado, Jon Snow es el apresado por los crímenes contra la Reina Dragón, y sus hermanos -Stark de pura cepa- los que toman el control del reparto de poder entre las casas supervivientes de los Siete Reinos. "Di otra palabra sobre matar a mi hermano, te cortaré la garganta" sentencia Arya cuando Yara Greyjoy propone que Jon snow sea juzgado debidamente, dejando claro que los Stark no están ahí para ser uno más de ese consejo. Porque que el que ellos se sintieran en potestad de decidir si Daenerys Targaryen debía vivir o morir, no significa ni mucho menos que estén dispuestos a permitirle esa misma libertad al resto de los asistentes. Como tampoco están dispuestos admitir las propuestas de su tío Edmure Tully o Samwell Tarly, el primero de los cuales silenciado tajantemente por una empoderada Sansa Stark.

No valiendo para los Lobos del Norte otra propuesta que no acabe con Bran Stark como nuevo soberano de Poniente, Sansa Stark proclamando el norte como reino independiente y Arya Stark con todo honor como heroína de la guerra contra los muertos -así como el bastardo Jon Snow desterrado a una condena que para él ni siquiera lo es-, que todo acabe beneficiando de una manera u otra a los Stark ya hace dudar bastante del carácter altruista, “bueno”, y heroico de los mismos. Pero sobre todo, hace que inevitablemente uno se tenga quje preguntar cómo esa piña hermértica y blindada en alambre de espino que su familia formó ante Daenerys Targaryen acabó siendo crucial para arrojar a esta a su locura. No porque esto vaya a lavar las manos de alguna forma a la Reina Dragón y sus propias responsabilidades, dentro de cómo su obsesión por el trono y cómo no aceptar otra cosa que no fuera amor total fueron detonantes fundamentales en su caída a los abismos.

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¿Quién ganó el Juego de Tronos?

Pero mientras con Daeneris Targaryen o los Lannister está claro porqué no lo son, la razón por la que los Starks no son los héroes de 'Juego de Tronos' han quedado tan veladas por la fachada de su en apariencia final feliz, que poco se está hablando de sus funestas responsabilidades en los eventos que han sacudido a los Siete Reinos a lo largo de todos estos años. Porque debajo de su proclamación de unión familiar, honor y heroismo ante la adversidad, tanto Eddard Stark con su moralina, como la poco compasiva asesina de Joyeuse Frey Cathlyn Stark, el guardian de la tradición Robb Stark permitiendo que Roslin Frey fuera sometida a una costumbre bárbara porque -como le dijera de forma severa a su esposa Talisa- "era la costumbre", la puñalada traidora y asesina cual Roose Bolton -sin enfrentarla de cara siquiera como sí hizo Tyrion Lannister- de Jon Snow, el viaje de poder de Sansa Stark para convertirse en reina, Bran Stark y su "¿Por qué piensas que he recorrido todo este camino?" a la par que despería con un "gracias y hasta luego" a Meera Reed, Theon Greyjoy o su hermano Jon y Arya Stark en su pugna con su naturaleza asesina, esconden un lado turbio que obliga a preguntarse si de verdad fueron los héroes, o simplemente los que vencieron y tuvieron oportunidad de reescribir la historia en beneficio suyo. 

 

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