El arte de la imitación: las 10 mejores peores imitaciones del cine

LA IMITACIÓN ES UN ARTE. LA EXPLOTACIÓN, TAMBIÉN

El arte de la imitación: las 10 mejores peores imitaciones del cine

Sabemos que el spaghetti western lo consiguió. Rompió la barrera del cine “cutre”, del cine de imitación americano rodado en Europa con actores mercenarios (y alguna estrella) y con un presupuesto reducido. Leone, Castellari o Corbucci se convirtieron en auténticos colosos del cine, en verdaderos números uno que entregaron obras maestras para la eternidad, como Por un puñado de dólares, Keoma o Django.

A pesar del respeto prácticamente instantáneo de estos títulos, verdaderos éxitos de recaudación mundial, las siguientes derivaciones de otros géneros, no terminaron de cuajar, al menos entre la crítica. Como es lógico, la mayor parte de estos títulos son pura falsificación casi delictiva: vamos, en palabras del propio Sergio Martino (Torso), “piratería”.

Cine de espías, terror, acción o musicales, nada estaba a salvo de la americanización delirante de la explotación europea. Y, como merecen ser rescatas del olvido y la imitación también es un arte en estos casos, vamos con las 10 mejores peores imitaciones del cine.

Operation Kid Brother

Pocos directores más hábiles a la hora de imitar que Alberto De Martino, que con esta película, imitación de la edad de oro del primer James Bond, Sean Connery, contaba con el protagonismo de Neil Connery, el mismísimo hermano del agente 007 más famoso de todos los tiempos. Cara dura es un rato, pero también es muy divertida.

Blastfighter, la furia de la venganza 

Ojo, que aquí estamos ante una obra maestra del videoclub. Lo que en un principio apuntaba al enésimo Mad Max italoamericano, terminó desvariando hacia una epopeya a medio camino entre Deliverance y Acorralado. Una joya de Lamberto Bava.

Destroyer, brazo de acero

La peli nos presenta a PACO, PACO QUERUAK, que en la versión castellana pasa a ser Peter porque había que tomar en serio la peli.

Paco es un cyborg que echa siestas y suda en la América futurista de los 90, un mundo lleno de tubos de aluminio, campeonatos de pulsos improvisados y lluvia ácida dentro de esta peli basurera de Martino puramente trash y de diversión infinita. La mezcla perfecta entre Terminator y Yo el halcón.

Star Crash, choque de galaxias

Sí, la película de Luigi Cozzi, uno de los directores con menos rigurosidad del subgénero, es infumable. Casi tanto como el especial navideño de Star Wars.

2019, tras la caída de Nueva York

Este sí es el Martino que nos gusta. El de Destroyer. El de Paco. El de la desvergüenza.

Hay líneas de diálogo que incluso superan algunas imágenes.

Obra maestra.

Keoma

Uno de los mejores westerns que he visto en mi vida.
Antes de la peli, charlando con Castellari para una entrevista, me decía que esta era su obra maestra. A pesar de los plagios, los homenajes, los guiños... Keoma es una obra personal, inabarcable. Un western que puedes palpar, que no te deja respirar, ambientado en una localización que podría ser un poblado de Michigan o el jodido infierno.
Excesiva, violenta, fiestera. Descomunal.

Los Nuevos Bárbaros

Es difícil quedarse con una de las tres locuras post-apocalípticas que Castellari se marcó a principios de los 80, pero a niveles de barbaridad, western, gore y ningún miedo al ridículo, Los nuevos bárbaros puede ser la más completa.

Alien 2: Sobre la tierra

Una engañifa clásica de los 80: cojamos un título y metamos un número detrás. Si hay suerte, nadie se dará cuenta de que es basura italiana. Pero basura buena. Excelente. Gore de primera.

Tiburón 3

La explotación como arte, la creación de una película a base de extractos documentales de archivo, puesta en escena a la altura de los mejores, mucho morro y todo el gore que no se pueden permitir los hitos del cine.

1990: Los guerreros del Bronx

Entre The Warriors y Rescate en NY, Castellari se marcó un primer borrador de la secuela de Carpenter llena de momentazos inolvidables en la primera entrega de su trilogía post-apocalíptica.
Peleas con bandas que bailan claqué, baterías que ponen música en directo a los descampados del Bronx y la selección española de hockey sobre patines como ejército villano son solo algunos de los ingredientes que hacen grande una película con muchos altibajos. También sería la última ocasión de ver a Vic Morrow antes del fatídico accidente de su siguiente película.

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