Crítica de El Pasajero, estupenda serie b trepidante

LA PAREJA IDEAL HA VUELTO

Crítica de El Pasajero, estupenda serie b trepidante

Hay algo innegable en la imparable carrera de Jaume Collet-Serra: el tío sabe rodar. El Pasajero (The Commuter), es un octavo largometraje y su octavo encargo. Serra aún no ha rodado un guión original, pero no lo necesita: es el artesano perfecto.

Tras una secuencia inicial espléndida y llena de vida, asistimos a la idiosincrasia de un cabeza de familia y su trayecto habitual de vuelta a casa en tren. Es un hombre de negocios felizmente casado con un día que se comienza a torcer en el trabajo y en el tren, tras  hablar con una misteriosa pasajera. A partir de ahí todo vale en El Pasajero (The Commuter), con tal de que uno se lo pase bien.

El guión de El Pasajero no reinventa la rueda, ni siquiera el thriller, pero el tacto y el gusto exquisito del director español pilotan la máquina, acelerando sin miedo al descarrilamiento. Y eso solo está al alcance de unos pocos elegidos, empeñados en narrar a través de la imagen, sacrificando la lógica en la mayoría de las ocasiones y entregando un producto ideal para echar un rato y olvidar con el tiempo. El punto positivo llega cuando, en esa misma categoría de producto fácil, está tan por encima de la media.

En su cuarta colaboración juntos, Liam Neeson y el director apuestan por la serie b y el misterio a lo Hitchcock en una temporada donde los trenes vuelven a estar de moda después de la mucho más clásica (y elegante) Asesinato en el Orient Express de Kenneth Branagh. Como una mezcla de Extraños en un tren y los thrillers habituales del director, en la película se dejan ver secundarios de lujo, donde Vera Farmiga, vieja conocida del director, resplandece como hacía tiempo que no hacía, Patrick Wilson roba un par de escenas y Sam Neill es Sam Neill. Como siempre, un reparto de lo más sólido de la temporada.

Crítica de El Pasajero, estupenda serie b trepidante

Al igual que en la trepidante pero algo más irregular Sin Escalas (Non-Stop), el vehículo de la película es el verdadero protagonista de la historia, y la cámara de Paul Cameron no deja ni una sola esquina del tren sin aparecer en la pantalla. No en vano estamos hablando del director de fotografía de películas como Collateral o El fuego de la venganza, alguien que sabe lo que es fotografiar la adrenalina.

El mayor acierto de la película es su director. Lo que hace Collet-Serra desde su estupendo debut, La casa de cera, es aplicar su talento en función de la obra, siempre ajena. Esta forma de rodar encargos de guiones más o menos interesantes no es la práctica habitual ahora, al menos no con una autoría como la suya, siendo algo más digno de otras épocas y otros artesanos ejemplares, como Richard Donner o John Badham, amantes también del thriller y la conspiración.

Mientras otros aportan poco más que un par de indicaciones, el director de Infierno Azul quiere que el espectador forme parte del viaje, logrando una comunión que, además, estalla en puro espectáculo de acción por momentos, aprovechando los vagones para una pelea de primer nivel donde cada elemento de la decoración resulta interactiva, como en esos videojuegos donde puedes utilizar cualquier combinación para obtener resultados.

Esos trucos de magia y su increíble capacidad para no aburrir a nadie y contar una historia más o menos buena de la mejor manera posible hacen de El Pasajero un nuevo acierto de un director al que le ha llegado la hora de saltar más lejos: el Jungle Cruise de Disney. Mención especial para la cartelería de la película, un auténtico regalo.

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