¿Ha muerto la crítica de cine profesional?

ASÍ VAMOS A NINGUNA PARTE

¿Ha muerto la crítica de cine profesional?

Con la reciente polémica sobre los usuarios de Rotten Tomatoes y la fidelidad de la nota media de las películas en comparación con la opinión de la prensa especializada, las páginas de calificación de películas se han visto bajo sospecha, algo que en realidad los verdaderos amantes del cine, la gente honesta que solamente usa esas inmensas bases de datos para situar a los responsables de las películas, sospechábamos desde que nos registramos en IMDB hace casi veinte años.

Personalmente, creo que desde la polémica a propósito de la última entrega de Ghostbusters, todas estas páginas deberían prescindir del botón de calificación. ¿Por qué? Porque no hay ningún criterio detrás de esos votos, ¿o vamos a creer a miles de personas que han puesto un cero a una película que no se ha estrenado porque, según ellos, ha destrozado su infancia? ¿No será un ridículo reflejo del machismo pedante perdonavidas que domina el mundo?

Hay una importante cantidad de críticos extraordinarios en el mundo, gente que es capaz de diferenciar el grano de la paja en una película y que además de los conocimientos periodísticos requeridos para tener el lenguaje apropiado para diseccionar las razones por las que una película funciona mejor o peor, tienen también suficientes conocimientos técnicos para hablar con propiedad sobre la composición de planos, la fotografía y detalles que enriquecen un texto y además sirven como pequeñas clases particulares de cinematografía.

¿Acaso hay algo de eso en webs como Filmaffinity, Rotten Tomatoes o IMDB?

La respuesta es un rotundo no. Esas páginas son el hogar del troll, del pajero aburrido que se pasa las horas provocando o llevando la contraria, algo que no tiene nada de malo salvo que se haga por aburrimiento.

No podemos exponerlos a que usuarios como @pepitopiscinas69 o @luisina007bond expongan en público sus escasos conocimientos del medio y griten online su falta de observación. Críticas como “puta mierda” o una afiliación extrema a la última corriente de opinión de medios profesionales pero dañinos como Indiewire (un saludo a David Ehrlich), con suficiente poder como para destrozar una película. Casos recientes como Bright, la superproducción de Netflix, salen tocadas de fábrica cuando el primero de los críticos en publicar su review se ceba con ella como si fuera un asunto personal.

Y eso es lo que está aprendiendo la gente joven con aspiraciones. Lo peligroso es que también lo están haciendo la que no tiene esas aspiraciones.

La rabieta de los “puristas de Star Wars”, esos patéticos parásitos que viven de la sangre de sus padres, que son los que pagan la factura de la red wifi que solamente utilizan para propagar su pestilente patetismo, podría curarse con un par de libros sobre cine y un par de ciclos de películas que no necesariamente deben ser en blanco y negro, no se vayan a pensar que hay algún error de funcionamiento en la pantalla.

Una de las lecciones más importantes, no lo olvidéis, es no ser un extremista radical, algo imposible de apartar, sea para bien o para mal, si corremos al metro a escribir una review con el teléfono.

A los puristas de Star Wars que cito antes, una recomendación: id más al cine ;)

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