Fandom: el cáncer del cine no respeta ni Star Wars

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Fandom: el cáncer del cine no respeta ni Star Wars

¿Recuerdas a Marty McFly preguntando a su amigo Doc si en el futuro nos volvemos gilipollas o algo parecido? La respuesta es sí. Y mucho.

No hay más que ver la ardiente acogida del fan medio de Star Wars a la más imaginativa, trepidante y valiente aventura galáctica de la factoría de LucasFilm.

A día de hoy, el Episodio VIII - Los últimos Jedi, va camino de ser la peor valorada de la saga, acercándose peligrosamente a esa estupidez inane e inofensiva que fue Rogue One, casi la confirmación de la falta de creatividad que J.J. Abrams demostró con el cobarde Episodio VII - El despertar de la fuerza, una película destinada exclusivamente a no ofender a ningún pajero con espadas de plástico.

Afortunadamente, los responsables de la franquicia han sabido dotar de frescura a la nueva entrega, otorgando las riendas y la responsabilidad a Rian Johnson, un tipo que sufrió de lo lindo para llevar a la gran pantalla su primera película y que, a pesar de no aflojar nunca con sus propuestas, siempre vibrantes y llenas de originalidad, se ha mantenido en un segundo plano respecto a la industria del cine.

Pero con la llegada de su deslumbrante película (que probablemente se convierta en la segunda película más taquillera de todos los tiempos en su primer fin de semana), las opiniones se han encontrado de manera bestial.

Por un lado, los fans de toda la vida que pasan de las redes y, como sabios y antiguos caballeros Jedi, asimilan y aprenden de cada lección de cine.

Fandom: el cáncer del cine no respeta ni Star Wars

Luego están los que se han autodenominado “Únicos fans verdaderos”, que son los que van encapuchados a los estrenos y deben pasar por el detector de metales para confirmar que sus espadas son de plástico. Estos últimos son especialmente sensibles y pueden sentirse ofendidos si cada línea de diálogo no se ajusta al canon, como en el episodio de Abrams, donde no solo sabías qué pasaría a continuación, si no que también sabías qué diría cada uno de los personajes.

Estos fans han llegado a la conclusión de ser únicos dueños y señores de la franquicia. Y tienen razón. Al menos en parte.

La saga se debe a todos esos millones de espectadores que pasan por taquilla, compran las películas, regalan los juguetes y llenan las paredes de carteles enmarcados. Pero esa gente no debe olvidar que no son los únicos espectadores de una sala. También deberían entender que, en realidad, si quieren seguir disfrutando de películas de Star Wars, deben estar dispuestos a romper con el pasado y dar un paso al frente: sí, hay que matar al padre.

Parece mentira que a estas alturas nadie haya comprendido el paso que dio el nuevo villano en la película anterior, donde empieza a barrer el polvo de la saga, pasando un aspirador láser que no hace distinciones con la única finalidad de allanar el camino e iluminar el sendero del futuro. Un futuro que, te pongas como te pongas, no se crea a base de teorías interminables delante de la pantalla del ordenador del cuarto que ocupas en casa de tus padres.

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