Crítica de 'Thor: Ragnarok', la canción del inmigrante

'THOR: 'RAGNAROK' DE TAIKA WAITITI

 

Crítica de 'Thor: Ragnarok', la canción del inmigrante

Nos armamos para hacer frente a la diosa de la muerte con nuestra crítica de 'Thor: Ragnarok' de Taika Waititi y Marvel Studios

Mientras el resto del Universo Marvel Cinematográfico ha vivido una exponencial mejora desde sus primeras fases, la saga de las películas de Thor continúa siendo considerada unánimemente como el eslabón débil de la compañía de Kevin Feige. Frustrante para cualquiera con un mínimo conocimiento del enorme potencial de la mitología del dios del trueno -o de las nada desdeñables virtudes enterradas bajo el compedio gris, informe y anodino de 'Thor' de Kenneth Brannagh y 'El Mundo Oscuro' de Alan Taylor-, desde el debut de su enérgico primer trailer, 'Thor: Ragnarok' de Taika Waititi se había erigido como la gran esperanza nórdica neozelandesa de que la trilogía pudiera ofrecernos una despedida por todo lo alto.

Responsable de joyas como 'Lo que hacemos entre las sombras' y 'Hunt for Wilderpeople', Waititi contaba a su favor con una filmografía que hacía hacer pensar en él como el nuevo James Gunn, así como una singular propuesta argumental, resultado de amalgamar 'Planet Hulk' con el Thor de Walter Simonson. Con el dios del trueno interpretado por Chris Hemsworth y Hulk / Bruce Banner de Mark Ruffallo como principales estrellas -más otros reclamos tan mediáticos como Loki de Tom Hiddleston y el Doctor Strange de Benedict Cumberbatch haciendo los coros-, el final de la trilogía de Thor se vendía como un vibrante desfase ochentero, con el que recuperar las clásicas peleas entre Thor y Hulk por ver quien era el superhérpoe más fuerte de Marvel.

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Arraigados desde los primeros días de Marvel Comics -en los que era habitual ver al dios del trueno narrar a pie de calle sus enfrentamientos con el coloso esmeralda-, 'Ragnarok' era ante todo la progresión lógica a todas la peleas de las que hemos sido testigos a lo largo de los últimos años en el cine de superhéroes. Y si con 'La Era de Ultron' pudimos disfrutar de choque entre Iron Man y Hulk digno de 'World War Hulk', en 'El Amanecer de la Justicia' vimos al Caballero Oscuro dando caza a Superman y en 'Civil War' fuimos testigos de una auténtica melee de enmascarados, la nueva película de Thor era la ocasión perfecta para ver un cataclísmico cara a cara entre dos superhéroes con poder muy por encima de lo humano, enfrentándose por primera vez en un escenario en el que no estarían obligados a contener su salvaje fuerza sin límites.

Fruto de la colisión de aquellos duelos a la mejor tradición de sagas como 'Vengadores vs Defensores', la furia de 'Planet Hulk' y la inacabable colección de monstruos, criaturas y mundos kirbianos con los que Walter Simonson rodeó el cosmos de Thor, esta auténtica contienda de campeones -o contest of champions para los que prefieran el original- con guión de Eric Pearson, Christopher Yost y Craig Kyle llega a nuestros cines, a sabiendas de que con lo mostrado en los primeros adelantos ya se las había ingeniado para superar a sus predecesoras, pero también de que lo mismo había colocado el listón más alto de lo que iba a ser capaz de llegar. Esa es básicamente la cara y la cruz de 'Thor: Ragnarok', una película que no es otra cosa que una versión extendida de lo que ya vimos en sus espectaculares primeros trailers, pero que -si bien esto implica mucho bueno- le cuesta mantener ese brío durante sus dos horas y pico de duración.

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Si empezamos hablando de los aspectos más positivos de la cinta, sobra decir que a nivel de dirección artística, diseño de producción, vestuario, maquillaje, peluquería y todo el demás etc, hay muy poco que se le pueda reprochar a 'Thor: Ragnarok'. Podríamos hablar de cantosas pantallas verdes en escenas en las que es difícil imaginar incluso porqué fueron necesarias (¿Marvel Studios dispone de capital para crear miles de mundos fantásticos que desafían la razón, pero no para pagarles un vuelo charter a cuatro de sus actores y un pequeño equipo rodaje hasta Noruega?). Eso, por no hablar de que no es una película que de muestras de molestarse demasiado en ocultar el plástico, hasta el punto de que en ocasiones uno se plantee si no ha aterrizado en una sesión del carnaval de Nueva Orleans especialmente dedicado a la memoria de Jack Kirby.

Pero entre que lo primero queda minimizado cuando la irrealidad de los verdes prados del norte da paso al espectáculo de color sin fin y lo segundo termina convirtiéndose en una virtud gracias a la rebosante y enérgica fotografía de nuestro paisano Javier Aguirresarobe (que entre sus trabajos tiene obrones como 'El Bosque Animado', 'El Milagro de P. Tinto', 'Fantasmas de Goya', 'Blue Jasmine' o 'La Carretera', así que poca broma), quien hace de 'Thor: Ragnarok' la que posiblemente sea la película de superhéroes más vibrante a nivel visual en lo que llevamos de año. Y siendo este un 2017 en el que hemos disfrutado de otras propuestas tan irresistibles a este nivel como 'Los Guardianes de la Galaxia Vol 2' de Henry Braham, 'Ghost In The Shell' de Jess Hall, 'Wonder Woman' de Matthew Jensen y 'Logan' de John Mathieson, no estamos ni mucho menos ante un mérito que tomar a la ligera.

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Aquí sin embargo estaríamos de acuerdo en que de poco servirían las virtudes técnicas si lo que nos ofreciese la película no estuviera a la altura. En ese aspecto, 'Thor: Ragnarok' puede presumir de contar con uno de los elencos de personajes más carismáticos que haya dado el género en muchos años. Y si el dream team de nombres estelares reunidos por Taika Waititi ya era prácticamente un seguro de vida, el resultado no desmerece, embarcándose todos en una competición continua de molar. Dando muestras de habérselo pasado en grande trabajando juntos, así como metiéndose en la piel de cada uno de sus personajes, Chris Hemsworth no se amilana ni mucho menos ante el despliegue de sus compañeros, dejando claro que es mucho más que un rubiales voluminoso.

Si ya en los primeros films de Thor y los Vengadores el actor de 'Rush' daba muestras de hacer gala de un desparpajo a prueba de balas que ninguna de las citadas películas terminaba de aprovechar, toda 'Ragnarok' -desde la elección de su director hasta el enfoque con el que está abordada- parece concebida para servir de vehículo de lucimiento para el esposo de Elsa Pataky. Y vaya si Hemsworth lo aprovecha, en un film que le permite dar rienda suelta a su vis cómica, pero también a la faceta más temerariamente heroica de aquel Thor del “¿Alguien más?” tras derribar al gigante kronano de un solo martillazo, así como una astucia de trillero digna de los héroes de los antiguos mitos y leyendas.

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Divertido, con labia de embaucador poco sutil, al borde de lo ridículo y con un punto gañán mientras demuestra una pericia única para batir a sus enemigos -a la par que improvisa estrategias disparatadas con las que se las ingenia para salir del paso-, su Thor quizás esté más cerca del Hércules de Bob Layton que de la imperturbable solemnidad con la que generalmente se ha caracterizado al dios del trueno. Sin embargo, no se puede negar que el actor ha sabido dar vida a un personaje que se desmarca de los arquetipos tradicionales en la línea de Superman o el Capitán América, para desarrollar una voz propia completamente distinguible del resto de la superpoblada fauna del cine de superhéroes actual.

Más complicado de valorar resulta el trabajo de Mark Ruffalo como Hulk, ya sea porque su papel como Bruce Banner es bastante secundario, o porque comparte las labores en la captura de movimientos para dar vida al coloso esmeralda con el propio director Taika Waititi. Pudiendo considerarse tan relevante para ambas mitades del personaje como el propio Ruffalo en 'Thor: Raganarok', Waititi adapta los puntos fundamentales del arco argumental del gigante gamma en 'Planet Hulk', aunque sea a costa de convertir a este en un secundario de su propia historia, al centrar la perspectiva en el dios del trueno.

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Esto repercute en que algunos puntos de la trama original desaparezcan de la historia (como la implicación de los Illuminati de Stark en el exilio de Hulk), o estén presentes de forma mucho más atenuada. Así ocurre por ejemplo con todo lo relativo a la apasionada historia de amor carnal y espiritual entre Hulk y Caiera Oldstrong, la cual se ve reemplazada por la mucho más añeja camaradería entre el coloso esmeralda y Valquiria en los días de los Defensores. Quizás sea algo que estén guardando para más adelante -a tenor de lo que podría suponer la colisión de lo que aquí se plantea con la relación imposible entre Bruce Banner y la Viuda Negra-, pero de momento, la cuestión de que Hulk encuentre un lugar en el que se siente valorado por si mismo (y no solo como Bruce Banner) se aborda, pero sin el peso y la profundidad del cómic en que se inspira.

En su lugar, la relación entre Hulk, Valquiria y otros personajes que se encuentran en su camino se asemajan mucho más a la que se desarrollara entre el Warbound original, que promete que muchas de las camaraderías aquí forjadas van a dar juego durante un largo tiempo dentro del universo cinematográfico de Marvel Studios. En ese aspecto, el director de 'Thor: Ragnarok' se centra en lo que supone para Hulk encontrar un lugar en el que pueda sentirse en paz consigo mismo, así como para Bruce Banner el perderse por completo en la mente de su monstruoso alterego. Con la interacción de ambas mitades con un Thor que trata de camelarselo para sus propias metas, Waikiki nos regala las escenas más hilarantemente deudoras de su cine, dejando claro que una de las partes que más debe haber disfrutado de este proyecto es el trabajar junto a Hemsworth y Ruffalo.

 

Si hablamos de Valquiria, Tessa Thompson se ha ganado por derecho propio un puesto de honor en la historia de las superheroínas del cine contemporaneo, desde el momento en el que protagoniza la que es sin duda alguna una de las mejores entradas en escena que ningún personaje de Marvel Studios haya protagonizado jamás. Dando vida a una suerte de versión asgardiana de Han Solo, cualquier duda que pudiera haber en torno a su elección se desvanece arrastrada por la energía de un personaje que hubiera merecido mucho más espacio, y que ha terminado suponiendo una de las grandes sorpresas de 'Thor: Ragnarok'. Comiéndose cada momento en el que aparece en pantalla, lo único en torno a su personaje que quizás pueda llegar a generar cierta duda es como puedan verse afectado su futuro, a raíz de las implicaciones de su arco argumental en la cinta sobre buena parte de los aspectos que la hacen brillar.

En lo que atañe a los villanos de 'Thor: Ragnarok', la nueva película del dios del trueno cuenta con un reparto bastante nutrido, algunos tan conocidos como el Gran Maestro de Jeff Goldblum y el Verdugo de Karl Urban, además de otros de los que quizás sería mejor no hablar demasiado, como es el caso del que pone voz el veterano Clancy Brown (por si alguien todavía no está al tanto de su participación en la película). En general todos conforman un reparto de antagonistas agradecidamente heterogéneo, entre el cual destacan aportaciones tan estimulantes como la de la impagable Rachel House (“no child left behind...”), haciendo oposiciones para ser más Abuela Bondad que la Abuela Bondad como la espartana Topaz. Pero si hay una aportación al panteón de villanos Marvel que destaca por encima de todos, es la de Cate Blanchett como Hela.

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Personaje de gran importancia dentro de la mitología de Thor, su incorporación al Universo Cinematográfico de Marvel Studios viene por medio de un cambio muy importante respecto a los comics, el cual hace que se la pueda considerar más una fusión entre dos personajes Marvel diferentes que la diosa de la muerte asgardiana que todos conocemos. No entrando en demasiados detalles, esto no es que sea precisamente algo nuevo en Marvel Studios, pero sí que se da con bastante asiduidad en la cinta, como ocurre con el Gran Maestro / Rey Rojo / Mojo de Goldblum. Pero lo que no queda duda es que, se parezca más o menos al original, a Blanchett el apelativo de “diosa” difícilmente podría hacerle más justicia, erigiéndose como una imparable fuerza de la naturaleza que arrolla con todo lo que se pone frente a ella en pantalla.

Claro que contar con una eminencia como Zöe Bell ('Xena', 'Kill Bill', 'Death Proof', 'Raze'...) para encargarse de sus escenas de acción es algo que sin duda fácilita mucho las cosas. Pero de lo que no cabe duda es que la actriz australiana conocida por sus papeles en 'Elizabeth', 'El Señor de los Anillos', 'Blue Jasmine' o 'Como Entrenar a Tu Dragón' ha disfrutado cada segundo en el que ha podido desatarse como villana Marvel -con una Hela tan lujuriosamente enamorada de si misma que recuerda al Sherif de Nottingham de Alan Rickman en 'Robin Hood, Príncipe de los Ladrones'-, suponiendo una de las más irresistibles malvadas que el cine de superhéroes no haya ofrecido en la pantalla. Y cuando hablamos de ella como una de las mejores villanas del género, no solo la estamos comparando con las de su mismo sexo, sino con el Lex Luthor de Gene Hackman, el Magneto de Ian McKellen o los Jokers de Jack Nicholson, Mark Hamill y Heath Ledger.

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O el Loki de Tom Hiddleston, en caso de queráis incluir a alguien de Marvel Studios en la lista. Sobre este, decir que 'Thor: Ragnarok' no se olvida tampoco del hermanastro del dios del trueno, quien continúa dejando atrás el papel de villano que ejerciera en 'Thor' y 'Los Vengadores', para proseguir adentrándose en una zona de grises en la que se le está desarrollando mucho más a fondo como personaje. Mientras Thor, Hulk, Valquiria y Hela se convierten en el alma de este festival interdimencional de espectáculo y monstruos, Loki es el personaje que -junto a Bruce Banner- queda en un segundo plano para que los responsables de la cinta puedan continuar con pie firme su desarrollo como personajes. En algunas ocasiones de forma tan sútil que va a ser necesario esperar a 'La Guerra de Infinito' para tener todas las piezas, pero -desde luego en lo que a Loki respecta- haciendo que su complejidad como “villano” Marvel no haga otra cosa que crecer.

En lo que respecta al resto del reparto, la película está plagada de secundarios, guiños y cameos estelares ocultos para todo aquel que sepa verlos, algunos por parte de viejos conocidos de la franquicia de Thor, el universo cinematográfico de Marvel Studios o personajes de los comics de la compañía que dan el salto por primera vez al cine. La mayoría de ellos con resultados tan impagables como el de cierto gladiador al que pone voz el propio Taika Waititi, siendo muy pocos los casos en los que se pueda hablar de que un personaje de la cinta quede deslucido. Como mucho, el Heimdahl de Idris Elba al que se nota Marvel Studio ha querido dar más protagonismo, pero desgraciadamente no de forma demasiado inspirada, dado que sus escenas son las que más lastran el resultado global de la cinta.

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En lo que respecta a los aspectos más negativos de la misma, Waititi es sin duda un cineasta de proyección ascendente al que conviene seguir de cerca, pero se nota que todavía esta demasiado verde en aspectos como el rodaje de las escenas de acción. En lo que a estas respecta, son demasiadas las ocasiones en las que da la impresión de que lucen más por planos concretos o las ideas que se ponen en juego -como el enfrentamiento de Hulk contra la mascota de Hela, o de cierto personaje contra una interminable legión de muertos- que porque el director de 'Thor: Ragnarok' sepa crear una verdadera coreografía siguiendo el movimiento de las mismas.

Escenas como la llegada de Hela a Asgard por ejemplo, cumple con un mínimo para que se la pueda considerar “aceptable”, pero es un aceptable que sabe a poco si lo comparamos con otra de corte muy similar como la protagonizada por Colin Firth en la iglesia de 'Kingsman'. Algo similar podría trasladarse a ese plato fuerte que es el enfrentamiento en la arena de Thor y Hulk. La cual sí, tiene grandes momentos. Pero en cuanto los personajes se enzarzan se convierte en un borrón sin demasiada chispa, y deja con la inevitable sensación de que -para tratarse del enfrentamiento entre los dos superhéroes más poderosos de los Vengadores- podría haber dado para algo mucho más ambicioso, digno del equivalente en imagen real al enfrentamiento entre Goku y Vegeta durante el torneo de la saga del Majin Boo.

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Tampoco es que puedan lanzarse demasiadas flores a un guión que resiste más por la entrega y total falta de complejos con la que le dan vida entre director y protagonista que por si mismo. Demasiado descompensado en su segundo tercio con todo lo que atañe a Asgard, es imposible quitarse la sensación de que la película es más un fondo de saco en el que Marvel Studios ha metido todo lo que le quedaba por cerrar de cara a 'La Guerra de Infinito', que un film que realmente busque contar una historia en concreto. No es que no pase nada importante en ella o que no plantee nada. De hecho es probablemente -de entre las últimas producciones de Marvel Studios- la cinta en la que tengan lugar más acontecimientos relevantes para el futuro de la compañía.

Eso por no hablar del uso de 'The Inmigrant Song' de Led Zeppelin como corazón del film, para usar la trayectoria de Thor, Hulk, Loki y otros personajes de la cinta con la intención de flirtear con ciertas ideas bastante interesantes en torno a la búsqueda de uno mismo en el exilio. Todo, mientras da un paso adelante en la búsqueda de madurez e identidad propia de la franquicia de Thor, marcando un antes y un después en el futuro del personaje. ¿Qué pasa entonces? Pues que lo hace abordando los mitos nórdicos con tanta ligereza, y sin arriesgarse demasiado más allá de ser un cruce entre una versión buena de 'Los Vengadores' de Joss Whedon y 'Los Guardianes de la Galaxia' de James Gunn, que el disfrute de 'Thor: Ragnarok' va a depender mucho de las expectativas con las que se aborde.

Vistoso espectáculo repleto de acción, humor, imaginación y color para todo el que llegue con las anteriores películas del dios del trueno como techo, posible regusto agridulce para el que pudiera tener la corazonada de que estabamos ante un nuevo paso en la evolución de Marvel Studios a la altura de 'Soldado de Invierno' y 'Guardianes de la Galaxia', 'Thor: Ragnarok' en cierta forma lo es, pero más en su sentido argumental que por sus virtudes cinematorgráfica. Dentro de estas últimas, cumple más como vehículo de lucimiento de unos personajes en estado de gracia, y nuevo capítulo dentro de las sagas de Thor y Marvel Studios. Si es esto todo lo que buscas, el film se mueve más cerca de la estela de 'Doctor Strange' y 'Ant-Man' que de otras cintas más redondas de la compañía, por lo que -si bien no arriesga más allá de lo relativo- la última película es otra excusa más para que los adeptos de Marvel Studios puedan volver a comulgar una vez más con su fórmula del éxito. En esta ocasión, para redimir a Chris Hemsworth y su panteón de nuevos dioses en trancisión al destino incierto que suponga la Fase 4. 

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