Descifran la carta de una monja poseída

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Descifran la carta de una monja poseída

En 1676, Isabella Tomasi escribió una carta en un idioma que nadie pudo reconocer hasta que investigadores italianos usaron un algoritmo para, finalmente, conocer su significado.

La misiva ha sido durante décadas todo un misterio y ha llevado a los científicos de cabeza. La carta fue escrita en una mezcla de alfabetos y los investigadores introdujeron en el software "el griego antiguo, el árabe, el alfabeto rúnico y el latín para descifrarla”.

La misiva fue escrita por Isabella Tomasi, nacida en 1645 y rebautizada como hermana María Crocifissa della Concezione tras su ingreso en el convento siciliano de Palma di Montechiaro.

Según la historia, la monja se encontraba en el monasterio cuando una mañana de 1676 se despertó con el rostro lleno de tinta y con la carta escrita de su puño y letra frente a ella. Crocifissa della Concezione se apresuró entonces a contarles a sus hermanas que el Diablo la había poseído y obligado a escribir la carta.

"Creemos que este algoritmo es utilizado por los servicios de inteligencia para descifrar mensajes secretos", dijo Daniele Abate, director del Museo a The Times.

Según explicó Abate, el proceso de "traducción" no fue sencillo. Compararon los símbolos de la epístola con caracteres del griego, del árabe, del alfabeto rúnico o del latín, entre otros. La conclusión del especialista fue que "la monja había utilizado una mezcla de dialectos para crear la 'Carta del Diablo', algunos, de su propia invención"

Finalmente, lograron descifrar unas 15 líneas de la carta, en la que la monja aseguraba que la religión vivía una época de decadencia, que estaba basada en un sistema corrupto, que la Santísima Trinidad era un lastre y que Dios es un invento del ser humano.

Para Abate el contenido no revela una verdadera posesión demoníaca y sostiene la hipótesis de que Isabella Tomasi padecía un desorden bipolar, posiblemente esquizofrenia, lo que la llevó a crear la carta sin darse cuenta.

Su teoría está basada en que desde su ingreso al convento, en 1645, cuando tenía 15 años, la monja estudió diferentes idiomas, que se "podrían haber mezclado en su mente de forma involuntaria" durante la escritura epistolar.

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