13 comedias gamberras y salvajes que hoy serĂ­an imposibles

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13 comedias salvajes que hoy serían imposibles

Vivimos unos tiempos en los que el cine ha perdido parte de su carga de mala leche y ganas de provocar al espectador con ideas y resoluciones o moralejas incómodas. Pero para eso tenemos nuestros reproductores domésticos, para volver a esos clásicos del pasarse todo por el forro. Ojalá vuelvan esos tiempos y podamos actualizar en unos años estas 13 comedias salvajes que hoy serían imposibles.

Sillas de montar calientes (Blazing Saddles)

Poner a un shérif negro en 1974, a un puñado de cowboys blancos brutos y llenar de escatología y mal gusto los idílicos parajes del western fue una demostración de valentía sin igual. Lástima que todos se acobardasen con la elección inicial de Richard Pryor.

El Guateque (The Party)

Centrar toda la torpeza e incompetencia del mundo, sobre todo la física, en una minoría concreta es algo que no se puede hacer ahora, pero claro, 1968 y, sobre todo, Peter Sellers, podían hacer lo que les viniera en gana. También es cierto que los caucásicos no salían muy bien parados.

Porky’s

A Bob Clark se la sudaba todo fuera cual fuera el género que tocase. En este caso, la comedia ambientada en los cincuenta se volvía más sexual, guarra, racista y escatológica. Muchos despertares sexuales llegaron de la mano del de Pee Wee.

Team America

Lo cierto es que cada vez que un nuevo golpe de horror hace temblar los cimientos de la (supuesta) sociedad moderna, a uno le entran ganas de cometer muchas locuras… o ver la mayor de las que se han inventado los papás de South Park.

Fletch revive (Fletch Lives)

Si algo ha caracterizado a Chevy Chase a lo largo de su carrera es su facilidad para irritar al respetable con cualquier ocurrencia malévola que se le pasase por la cabeza. Y en la secuela de la brillante Fletch se pasea entre campos de algodón, joder.

Desmadre a la americana (Animal House)

John Landis tampoco tenía pelos en la lengua, y su paseo por las aulas norteamericanas así lo demostraron. Los jóvenes querían sexo, drogas y rock ‘ n’ roll. Y hamburguesas. Y togas. Y guerras de comida. Irrepetible.

Harvard, movida americana (Soul Man)

Un estudiante necesita una beca para la universidad, pero está destinada a un estudiante de color. Nuestro protagonista no lo es en absoluto. Punto.

El Farsante (The Ringer)

Imagina la misma historia que en la película anterior pero añade un grado de discapacidad en lugar del sempiterno problema de la tonalidad de la piel. Menos mal que el bueno de Johnny Knoxville es amigo, eh.

Borat

Una de las últimas gansadas del genial Sacha Baron Cohen fue esta gansada de documental falseado, mucho más ácido y doloroso que sus siguientes apuestas (Bruno, The Dictator) molestas. Es que esta casi que te la crees.

La mujer explosiva (Weird Science)

¿Qué dirían hoy los cada vez más fuertes lamentos feministas de las redes de la simpática comedia del maestro del género de los ochenta? Dirían muchas cosas, pero no dirían nunca que, en realidad, es una comedia para toda la familia.

Dos rubias de pelo en pecho (White chicks)

Vulgar, idiota, cafre y encima, con dos protagonistas masculinos de color que pretenden pasar por dos rubias pijas. Poca broma.

Los Productores (The Producers)

Primavera para un Hitler con un deje, digamos, sospechoso. Elegante e incorrecta a todos los niveles imaginables.

La vida de Brian (Life of Brian)

Si alguien hace esto hoy probablemente debería mirar debajo del coche cada vez que sale de casa. Irreverente y corrosiva. Un triunfo.

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