Los secretos mejor guardados de las películas de M. Night Shyamalan

SIN SPOILERS

El universo de M. Night Shyamalan

Justo cuando pensábamos que nunca más diríamos esto, nos llena de orgullo decir que el universo de M. Night Shyamalan triunfa de nuevo.

El enorme talento de M. Night Shyamalan debería estar fuera de cualquier tipo de duda, pero el mundo no es un lugar fácil para nadie, seas una persona anónima o el director de un buen puñado de obras maestras indiscutibles.

Económicamente ninguna de sus películas deberían ser consideradas fracasos gracias a las recaudaciones internacionales, eso sí, puesto que la peor experiencia la vivió con La joven del agua, su trabajo más arresgado, onírico y, sí, hortera. Con todo, consiguió recuperar la fuerte inversión inicial de 70 millones de dólares, un presupuesto desorbitado para una fábula rodada, según el propio director, a modo de cuento para sus hijos.

Pero vayamos unos años atrás en el tiempo.

M. Night Shyamalan debutó en 1992 con Praying with Anger, una peli que ha visto casi tanta gente como su siguiente trabajo, Los primeros amigos: nadie.

Tuvo que esperar a 1999 para reformular formas y fondos del fantástico: El sexto sentido, a pesar de sus trucos, hizo temblar los cimientos del fantástico con una clásica historia de fantasmas con el que fuera el primero de sus giros de tuerca resolutivos marca de la casa. A partir de ahí, el director vive con la angustia de encontrar un sentido climático a cada una de sus películas, algo que siempre logra con mayor o menor acierto. Su primera aventura con Bruce Willis costó 40 millones de dólares brillantemente invertidos para recaudar casi setecientos en todo el mundo.

Un año después llegó la que sigue siendo la cima de su cine: Unbreakable (El Protegido), que dobló su presupuesto anterior… para recaudar casi un dos terceras partes. La inexplicable división con el público comenzó con la que sigue siendo la mejor película de superhéroes de todos los tiempos. Y punto.

A pesar del bajón en taquilla, Shyamalan no se rinde, y dos años después cambia de protagonista y entrega las riendas de Señales a nuestro querido Mel Gibson. La película, con un presupuesto idéntico al de su anterior trabajo, sí funciona mejor y dobla la recaudación de la película con Bruce Willis. Parece que los extraterrestres interesan más que los superhéroes al gran público. Tercera obra maestra consecutiva, por cierto.

Otros dos años después, el director pretende rizar el rizo de su mundo imaginario y presenta una de las películas que más ha dividido a sus fans puros: El Bosque. La película, un cuento oscuro que podría haber salido de The Twilight Zone tranquilamente, ofrece un clímax y un punto de giro que, a quién esto escribe, partió (para bien) todos los esquemas. Si en sus trabajos anteriores alguno podía ir intuyendo ciertas pistas, he de reconocer que aquí me pilló por sorpresa.

La película, de 60 millones, recaudó el doble de su presupuesto en casa para un total de algo más de 255 millones.

Entonces Shyamalan saltó al agua literalmente con La joven del agua, que necesitó de la recaudación mundial para recuperar los gastos. Si ya se desconfiaba del talento del director, la película, fallida, sí, pero lejos de ser horrible, puso en el punto de mira su gusto por la fábula fantástica.

The Happening tampoco terminó de arreglar la situación. Su mejor arranque de una película no terminó de verse apoyado por unos altibajos de ritmo y guión que, a ratos, la hacían avanzar a trompicones. Al igual que El Bosque o La joven del agua, otro “episodio” de alguna antología del fantástico más clásico.

Si hasta ahora no habíamos visto ninguna pega o traición personal a un estilo tan marcado es porque aún no había intentado dar el salto al blockbuster: The Last Airbender, que dobló sus 150 millones de presupuesto, es la única ocasión en que el director no plasmó su talento en la pantalla. Su trabajo más flojo y menos personal era, en realidad, completamente lógico: esta no es su liga. Ni se encuentra cómodo ni quiere estarlo.

A pesar de todo, alguien en Sony Pictures estuvo lo suficientemente loco como para financiar una nueva epopeya de presupuesto blockbuster: After Earth, un vehículo al servicio de Will Smith y su hijo Jaden Smith, recuperaba parte del espíritu del director difuminado en una interesante historia de ciencia ficción y supervivencia mucho más clásica de lo que parece. La taquilla doméstica le dio la espalda, pero gracias al éxito internacional estuvo muy cerca de doblar su presupuesto.

Y entonces M. Night Shyamalan decidió que había que cambiar de rumbo y llegó La Visita.

Justo cuando el found footage languidecía, el director le mete un chute de vitaminas transitando por el cine de terror de la Amicus, los señores mayores que dan miedo y mucha, mucha energía.

La película tuvo unos ridículos cinco millones de dólares de presupuesto (lo que cobra Bruce Willis por un día de trabajo en la actualidad) y se quedó a unos céntimos de llegar a los cien. Además, la crítica volvió a darle palmaditas en la espalda, por lo que ha repetido la estrategia con Split (Múltiple) y, voilà, ha sobrepasado los cien millones en su primera semana de exhibición.

Para algunos, el regreso de un maestro, para otros, el triunfo de la voluntad y el talento. Para mí, una merecida recompensa a uno de los mejores directores de cine fantástico que hemos visto jamás y un regalo de los dioses del cine. Sed todos bienvenidos, el Universo de M. Night Shyamalan abre sus puertas.

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