Crónica del concierto de Morrissey en Madrid

LA SUPERFICIALIDAD SE QUEDÓ EN EL GUARDARROPAS

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El Viernes me sentía muy afortunado. No solo por haber asistido a ese concierto de Morrissey que llevaba aguardando muchos años, sino porque me podía mirar al espejo sin considerarme uno de los imbéciles que han desperdiciado tinta y bytes criticándolo en algunos medios de mayor, menor o ninguna relevancia.

Si alguno me está leyendo, dejadme que os lo explique, NO SOIS MORRISSEY. Si los budistas tienen razón y vivís seis vidas más cual gato, TAMPOCO SERÉIS MORRISSEY. Así que haceos el favor de abandonar todo este artificioso y futil intento de forzar la polémica y la provocación en vuestra correspondiente reseña de todo concierto relevante, porque, siendo objetivos, no estáis consiguiendo otra cosa que poneros en evidencia y parecer becarios hijos de padres divorciados con un alarmente problema de déficit de atención. 

Porque hoy Lunes, apenas un par de días después de aquel texto que pensasteis que haría crecer vuestro nombre, nadie se acuerda de vuestras críticas y, en cambio, gustase más o menos, aún podemos sentir como resuenan los ecos de las canciones elegidas por Morrissey. Como las olas contra un espigón, en el mejor de los casos.

Claro que es cierto que la selección de canciones de Morrissey no fue la más evidente, pero habría que ser muy modernadepueblo (inc) para no darse cuenta de la tremenda suerte que ello supuso. Para escuchar y cantar 'First of the Gang to Die' o 'Let Me Kiss You' basta con ir cualquier fin de semana a cualquier club indie de cualquier ciudad. Lo que pudimos disfrutar en el Palacio de Deportes de la Comunidad de Madrid (ahora con el nombre de una tarjeta de crédito) fue auténtico, singular y rebosante de honestidad. Fue Morrissey.

Con 55 años, cuatro operaciones para eliminar tejido canceroso en los últimos años y un buen puñado de problemas de salud, no es el momento de traicionarse para Morrissey. Y menos por ti, que no eres nadie o menos que nadie, apenas un decorado de algo que crees que va a engañar a alguien.

En los últimos 36 meses he tenido la suerte de asistir a muchos conciertos, un montón. Y tres días después de éste no me tiemblan los dedos al teclear que este ha sido de los que no olvidaré, por muy sepultado que quede en el tiempo. Ya solo la versión de 'Meat is Murder' que Morrissey se marcase es de lo más desgarrador que he experimentado en música en vivo. Los mismísimos Swans (a los que pude ver de nuevo una semana antes) hubiesen hecho una pausa sobrecogidos por aquello que estaba perpetrando Steven Patrick sobre el escenario.

A mi alrededor, muchas chicas miraban al suelo, sobrecogidas por la crudeza de las imágenes, otros enmudecían sintiendo como el antiguo líder de los Smiths violaba su deseo de fiesta y baile para contarles algo. Sí, ALGO. Y todos en general éramos uno con una obra artística nacida para impresionarte tal y como lo estaba haciendo. Ya sabéis, aquello tan arcaico para lo que un día se concibió la música cuando bailar y ser feliz no era un decreto en una industria moribunda, asfixiada en la mediocridad que se autoimpuso para encontrar fórmulas magistrales. Mediocridad que muchos alimentáis cada vez que nos castigáis con una de vuestras críticas pretenciosas y superficiales, mediocridad de la que me empieza a quedar claro que sois cómplices.

Claro que a todos nos supo a poco tararear 'You Have Killed Me' o 'Everyday Is Like Sunday', pero cuando uno está ante una figura de la magnitud de Morrissey, ¿quien es para juzgar sus designios? ¿Cómo pretender abarcar su esencia en hora y media? ¿Cuándo llega ese momento de madurez en el que uno se cansa de recopilatorios?

Sí, si no te gustó el concierto de Morrissey en Madrid te considero personalmente un imbécil. Y no lo digo por llamar tu atención, recurrir a una violencia verbal bien posicionada en parámetros SEO para conseguir visitas o imponer mi criterio. Lo digo para que espabiles, chaval. Para que te des cuenta de que estás bien jodido por todo aquello que criticas. Que apenas te separan dos pasos de ir cantando tu recopilatorio bailón ybuenrrollista de One Direction en el coche. Y que ha llegado el día en el que ni siquiera reconoces algo auténtico cuando lo tienes delante de los ojos dándote bofetadas.

Gracias por tan magnífico y auténtico concierto que compartiste con nosotros y espero que nos dures el mayor número de años posibles, Morrissey. En lo que se está convirtiendo el mundo necesita gente como tú, aunque sea para intentar llamar la atención bailando alrededor de la hoguera que siempre has sido.

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