Crítica de 'The Woman in black', para amantes del susto

DE JAMES WATKINS


No se puede negar a 'La mujer de negro' el recurrir al terror más clásico. Nada de post-modernismo gore, violento y agresivo. En esta película, James Watkins recurre al manual de terror de la antigua escuela: tensión acumulada, sustos que sabes que van a llegar un montaje que rechaza el picado.

Pero este homenaje al cine de terror clásico peca en caer en los clichés. En todos. Época gótica, hombre viudo, pueblo misterioso, niños, caserón abandonado, mitos rurales, juguetes espeluznantes y figuras fantasmagóricas.

'La mujer de negro' será un film que guste a los amantes del susto, aquellos que se sumerjan en la tensión de saber que va a llegar y que se acurruquen en sus butacas a esperarlo estoicamente. No convencerá, sin embargo, a aquellos que crean que el cine de miedo es sólo un código y que detrás de él debe haber una historia sólida.

Nos encontramos ante una película sin argumento y que no lleva a ningún sitio. Simplemente plantea una situación. El resto del tiempo se rellena con Daniel Radcliffe paseando por un caserón mientras esperamos que el fantasma en cuestión le de un ¡bu! por la espalada. Para colmo, su final predecible y consolador no convence.

A todo esto hay que sumarle el gran error de casting que supone que el peso completo de la película recaiga en un actor tan mediocre como Harry Potter Daniel Radcliffe. Mucho han de cambiar las cosas para que algún día olvidemos que es el mismo que con gafas fue un mago adolescente. Y es que el chaval tiene un único registro que ya ha explotado en siete ocasiones harrypottianas: apretar los labios y entrecerrar los ojos.

Cuando el peso de una película sin trama recae en un único actor que, además, no tiene credibilidad alguna, la película falla. Y sólo quedan dos alternativas: o te olvidas de todo y entras a esperar el susto, o quedas fuera del juego de la película. Película que, por otro lado, bien podría llamarse telefilm.

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