Relacionan al asesino de la ballesta con The Walking Dead
Una crónica del morbo gratuito y de cómo el asesino de la ballesta convirtió The Walking Dead en su complice
Ni siquiera ha pasado todavía un mes desde el trágico accidente del vuelo 9525 de Germanwings, y todavía recuerdo el desagrado que sentí cuando un tertuliano comenzó a hablar del evidente trastorno de Andreas Lubitz, refiriéndose a las fotos de aviones que encontraron en su cuarto. La primera caja negra del avión acababa de ser encontrada junto a los primeros indicios de la implicación del co-piloto, y en nuestras cabezas ya estábamos buscando conexiones para que la imagen de un perturbado peligroso encajase, aunque fuera a garrotazos.
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Un piloto de aviones que tiene fotos de aviones en su cuarto. ¡Cómo nadie no lo vio venir! ¿Qué mejor prueba podía haber de que se trataba de un desequilibrado? No los antecedentes de depresión, su historial personal o otros lugares le hubieran declarado no apto. Aquí lo que importaba es que coleccionaba cosas y tenía aficiones, por lo que sin más remedio debía de estar loco.
Hoy 20 de abril de 2014 la historia se ha vuelto trágicamente a repetir cuando en un instituto de Barcelona, un alumno de 13 años que alegaba escuchar voces en su cabeza ha matado a un profesor y herido a otras cuatro personas antes de ser reducido e internado en un centro psiquiátrico para su posterior evaluación. Armado con una ballesta, un machete y un cóctel Molotov, al igual que ocurrió con el co-piloto de Germanwings hemos vuelto a ser bombardeados por evidencias circunstanciales para lanzar nuestro diagnóstico amateur en busca de un responsable etéreo del terrible incidente.
Porque resulta que el asesino de la ballesta es fan de The Walking Dead y seguía siete grupos de la serie a través de Facebook. Como allí también sale un tipo armado con una ballesta que se dedica a matar gente... ¿por qué no relacionarlo y convertir la serie de zombies en los nuevos juegos de rol?
Pero da la casualidad que también hay otra serie de moda en la que adolescente chungo hace estragos con una ballesta. ¿Habéis mirado en su historial de búsqueda en por si hay algún enlace de descarga de Juego de Tronos? Porque seguro que también era un pirata.
O quizás lo que fuera es un fan de 'Arrow' con problemas de dislexia al elegir arma.
También se afirma que al asesino de la ballesta le gustó 'Leyenda Urbana'. Una película que casualmente se estrenó un año antes que 'Secuestrando a Ms Tingle'. Sospechoso, ¿verdad?
¿Alguien le ha visto alguna vez comprar entradas para alguna película de Juanjo Ballesta?
Pero no nos centremos solo en el arma homicida, porque además iba equipado con un machete y un cóctel Molotov, por lo que puede que fuera la voz de Danny Trejo la que le incitara a asaltar el colegio, tentándole con suculentas fajitas.
Tampoco descartaría que haya escuchado alguna vez 'Dónde Jugarán las Niñas', ¿no dicen que era aficionado al metal?
O que simplemente su conciencia estuviera más vacía que los ojos de un personaje de Cartoon Network.
Con esto puede parecer que estamos frivolizando la terrible tragedia, pero la verdad es que el objetivo es precisamente lo contrario. Porque a veces los medios podemos ser un poco mierdas, e ignorar que hasta los psicópatas y trastornados también tienen aficiones en su tiempo libre (léase, cuando no están tratando de asesinar a nadie), y pasamos a convertir estas aficiones en cómplices directas. ¿Para qué investigar sobre antecedentes, su vida familiar o si en el colegio sufría estrés de algún tipo, con lo vistoso que luce el nombre de cualquier producto asociado a la subcultura?
Gacy también tenía aficiones. ¿Son los payasos asesinos?
No vamos a pretender ser ahora más papistas que el Papa, porque cuando alguna noticia bizarra o esperpento divertido se presta a ello, probablemente hayamos sido los primeros en dejarnos llevar por el detalle de lo sórdido. Pero cuando se trata de algo tan grave y que nos pilla tan de cerca como lo de hoy, quizás sea el momento en el que plantearse que bien hacemos con estas asociaciones de ideas. Lo que seguramente estamos consiguiendo con esto es privar de voz al drama humano que hay debajo de los terribles acontecimientos, desvirtuándolo en busca de cabezas de turco con nombres de moda.
¿Qué relevancia tendrá que el asesino de la ballesta fuera fan de The Walking Dead o la noche de antes tomara natillas más allá del detalle morboso? ¿Habría sido diferente si en su lugar fuera aficionado a Bricomanía y hubiera entrado en el colegio a martillazos? En una fecha tan relevante como la de hoy, en la que además se cumplen 16 años desde la masacre de Columbine, quizás no sea mal momento para acordarnos de tratar estas noticias con la seriedad adecuada. Tanto como por aquellos que ya nos están, como por los que les toca vivir con las consecuencias.
