Crítica de 'La montaña rusa', más de lo mismo y repetitivo

DE EMILIO MARTÍNEZ-LÁZARO


Emilio Martínez-Lázaro, ese señor que hace una década lo petó con 'El otro lado de la cama' y ahí se quedó, lo que explica muchas cosas. Y 'La montaña rusa' es un poco más de lo mismo pero, en lugar de ser un dos a dos, se queda en triángulo.

Martínez-Lázaro no sólo está atascado en la misma temática, si no que repite actores como sistema, lo que fomenta (aun más) el déjà vu de una película sin trama ni motivo que únicamente repite lo mismo en diferentes situaciones.

Pero, vayamos por el principio. Hete aquí tres compañeros del colegio que se reencuentran décadas después. Obviamente no tienen trabajos zafios ni anodinos, sino que nos encontramos con una violinista, el presentador de un late show de éxito y con un actor. Eso sí, el actor venido a menos que no todo iba a ser precioso.

Y ya está. Se resuelve el único misterio que puede generar la película, el cómo se conocen. Porque lo de que se genera un triángulo amoroso ya lo sabemos, sólo hace falta ver el cartel. Y es en el tema del triángulo donde Martínez-Lázaro se jacta de hacer una película diferente ya que lo hace desde el punto de vista de la sexualidad femenina.

Dejando de lado la verosimilitud o no de los problemas sexuales iniciales de esta pseudo Amelie sin encanto mirando al techo mientras un hombre parece disfrutar, la película no tiene ni trama ni conflicto ni nada de nada: uno le da amor y el otro sexo. Fin.

Y sexo en la película hay por un tubo. Verónica Sánchez y Ernesto Alterio no hacen otra cosa. Por lo menos, entre ellos hay química, que ya es algo.

Además, la película se jacta de no ser misógina. Pero no nos queda muy claro si puede alardear de no misoginia un film en el que el personaje protagonista queda definido únicamente por sus relaciones con el sexo masculino.

La película precisa de una voz en off de lo más absurda para justificarse a si misma y un guión bastante malo. De estos que ves a los actores haciendo esfuerzos por sacar adelante una frase forzada y absurda. Alterio y San Juan repiten esos papeles que ya conocemos, San Juan un poco menos canalla pero en su línea.

Verónica Sánchez es la más esforzada del trío protagonista, y que añade al personaje de Ada ese encanto tierno que necesita. Pero la mejor interpretación le corresponde, por goleada, a Luis Bermejo y sus bizcochitos.

Pero oye, alguna sonrisa te echas. Y la fotografía es bonita.

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