Crítica de 'Promoción fantasma': gambearrada de las buenas

DE JAVIER RUIZ CALDERA


'Promoción fantasma' es, sencillamente, una gamberrada. En el mejor sentido de la palabra. Modesto es un profesor que, como ser humano, hace bastante honor a su nombre. Su problema es que ve fantasmas y, en la mayoría de los casos esto supone un problema. Hasta que llega a un colegio aterrorizado por unos fantasmas que llevan ahí desde los ochenta.

No entendemos muy bien aquellos que tildan la película de zafia. Sí, tiene sus momento de humor simplón, pero ¿quién es tan intenso para no tenerlos? En general sus guionistas Cristóbal Garrido y Adolfo Valor se esfuerzan por obsequiarnos con un humor bastante más inteligente rozando el humor negro en varios momentos.

Pero para que te guste esta película tienes que estar dispuesto a entrar en el juego gamberro y divertido. Debes estar predispuesto a reirte. Si con ese principio digno del mejor anuncio de Coca-Cola noventero a ritmo de Bonnie Tyler y con ese profesor recitando a Shakespeare en un inglés dañino no entras en su ritmo, estás perdido.

'Promoción fantasma' es una película con un gran protagonista y un extenso reparto coral. Lo que digamos del enorme Raúl Arévalo será poco. El reparto adolescente es un poco desigual, pero funciona. Alexandra Jiménez está más que correcta. Pero destacan, cada uno por lo suyo, los chanantes. Mientras que Areces hace su trabajo desde un registro completamente serio y sin ser una caricatura de si mismo; Joaquín Reyes es premeditadamente chanante. Y freudiano. De hecho, el tándem Joaquín Reyes-Luis Varela nos proporcionan las mejores secuencias de la película.

Le falla, como suele ser normal en este tipo de películas, los momento excesivamente ñoños: el rollo somos super amigos-gracias profe-somos todos geniales empalaga un poco. No nos convenció la relación de ultratumba nos deja un poco indiferentes. Ni entendemos demasiado el momento Shakira. Lo primero porque, si nos ponemos tiquismiquis, es un anacronismo en esto de los fantasmas. En los '80 no existía. Y tampoco le hacía falta a la película esa secuencia musical de aspiraciones de comedia de instituto americano.

Tampoco la facilidad que cae en algunos clichés para intentar acercarse de tú a tú al público adolescente, algo que sin duda no le hacía falta. Ni los raperos son unos matones ni todo el mundo lleva los calzoncillos por fuera. Y menos así.

Pero, fallos aparte, te vas a reir. Es lo que busca la película, y lo consigue. Está claro que Javier Ruiz Caldera tiene un hueco en nuestro cine cómico.

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