Crónica: El norte, absoluto ganador del Maldito Sol Festival

NUESTROS FAVORITOS: EL COLUMPIO ASESINO



La tercera edición del almeriense Maldito Sol nos daba miedo. La primera edición, que contaba con nombres como Nacho Vegas, costó 10 euros y atrajo a muy poco público. La segunda, gratuita, reunió a demasiada gente a la que le importaba bien poco si estaba viendo a Lori Meyers o a David de María. Por eso, este tercer año, con la entrada a 20 euros, teníamos pánico de que Vetusta Morla no tuviese el tirón suficiente para que el festival fuese un éxito. Qué inocentes.

El concierto de los Vetusta fue prácticamente como estar en un karaoke con tres mil personas:  era obvio que la inmensa mayoría de los asistentes a la velada eran fans. No le quitamos la razón David el Indio (batería), que nos comentó hace unas semanas que el nuevo disco, 'Mapas', estaba funcionando muy bien en directo. Está claro que los fans están respondiendo pero, aún así, no acaba de convencer a los que no son incondicionales del grupo –la que escribe entre ellos. No tiene el potencial de 'Un día en el mundo' y a ratos se antoja insulso y forzado. Vetusta Morla se han convertido en un grupo a la moda y se nota. Eso sí, la banda se deja la piel en directo.



Antes del culmen de la velada, El Columpio Asesino dieron un concierto brutal, aunque no consiguieran movilizar tanto al público. Un espectáculo vibrante y contagioso, en el que poco importaba si eras fan de sus letras llenas de referencias a las drogas (Toro es muy cantosa con su "amarga baja, amarga baja" y MDMA… pues eso): los chicos de Pamplona sí que saben cómo hacernos bailar (toda la noche). Por cierto, genial la alineación del ecléctico grupo: todos en línea, ¡no a la discriminación de los baterías, teclistas y bajistas!

Una de las sorpresas de la noche fue el grupo coruñés Eladio y los Seres Queridos. Esforzándose al máximo, aunque el pabellón de los Juegos del Mediterráneo todavía no tuviera ni la mitad del público que alcanzaría al final del festival, Eladio nos presentó a la banda y se empeñó en que el público participara, hasta consiguió que algunos corearan su canción en gallego Non quero perderte. A mitad de camino entre el rock de Seguridad Social y la destreza de Nacho Cano a los teclados, Eladio y los Seres Queridos no dejaron indiferentes y, sobre todo, cayeron bien.



La elección local de la noche fue la banda El fin del mundo, antes conocidos como Mutenroi (prácticamente los mismos miembros, diferente idioma: se han pasado del inglés al castellano). Rodeados de amigos, como es lógico, hicieron gala de su particular mezcla entre el metal y el indie y sus letras apocalípticas (obviamente).

El veredicto: mejoras notables en la organización (aunque a la prensa nos secuestraban el equipo fotográfico antes de dejarnos volver al público), las barras mucho más ágiles que en ediciones anteriores aunque, eso sí, la acústica del pabellón sigue siendo igual de pobre. De todas formas, alegra y devuelve un poco la esperanza en la humanidad ver que en una ciudad pequeña una cita musical alternativa triunfa, a pesar de ser de pago y de que los cabezas de cartel fueran prácticamente mainstream.

Categorías:

¿Te gusta? ¡Puntúalo!

14 votos

Noticias relacionadas